LECTURA DE LA PRENSA. LUCES Y SOMBRAS
Sin que uno tuviera noticia de algo parecido a un atenuado ruido de sables en el Partido Popular asturiano, Feijóo comunicó a Teresa Mallada, la hasta ahora líder del partido en Asturias, que no cuenta con ella como cabeza de cartel. No tardará algún sabelotodo en asegurar que eso se veía venir. Hay gente muy lista. A uno Teresa Mallada no le caía bien, quizá por su semblante brusco, por su porte elitista o por su abrumador fondo de armario, motivos todos de poca enjundia, como se ve, pero este humano es así.
Gente lista debe ser Luis Enrique. Según la mayor parte de los cronistas deportivos, trazó una obra maestra para adormecer a Portugal durante una hora, pase va, pase viene y paradas de Unai Simón previstas en el guion por lo que se deduce de los que saben de esto. Uno vio a medias el partido en un bar, con barullo, sin prestar demasiada atención, como decía Juan Cueto que había que ver la televisión. Sí echó uno una ojeada a la crónica de El País escrita por José Sámano, un artista de la pluma, que desliza este sorprendente titular: Una selección cagueta selló un primer tiempo de los más peñazo. Lenguaje periodístico próximo al pueblo: nos aproximamos al populismo italiano, que en España también luce a ambos extremos.
Lee uno que la Consejería de Educación dará formación básica a los profesores para que aprendan a formalizar contratos de pequeñas obras de infraestructuras. Uno desconoce la organización de tal Consejería, pero por lo que se ve, funciona con la mayor descentralización. Uno cree que eso un grave y caro error porque obliga a dar un barniz formativo a cientos de profesores, a los que les cae el muerto de dedicarse a tareas de gestión que jamás sospecharon que pudieran recaer en ellos, formados para dar clase y vérselas con los alumnos y los grupos de WhatsApp de los padres. Esta forma descentralizada de funcionar, que uno conoce por su experiencia profesional, implica enormes pérdidas de tiempo de los cientos de gestorcillos diseminados por el territorio nacional, que, por vergüenza torera, echan horas en leer de materias que nunca van a dominar, cuando lo propio sería que esas tareas de gestión y contratación estuvieran centralizadas, ya no dice uno que en Madrid (tomatazo seguro) pero sí al menos en un órgano autonómico único que dominaría con soltura los asuntos que gestiona.
Ahora otra de consumo eléctrico. Lee uno que las luces de Navidad encienden la bronca política, con Vigo como estandarte. Esto de las luces de Navidad es una mera disculpa para contar una anécdota y deslizar una reflexión. Hace unos meses se fundió la luz del trastero, después de unos doce años de vida, que no está mal. Era una bombilla ordinaria, es decir, no de bajo consumo. Uno sustituyó la bombilla por otra similar, que duró tres o cuatro meses. Cuando fue a la tienda de confianza a por otro repuesto, comentó la incidencia y preguntó si habría alguna tirada defectuosa. La respuesta del empleado fue: “Es que son malísimas”. El coste es de dos euros. La alternativa es una de bajo consumo y presumible mayor duración que rondará los siete euros. Uno pensó que para un trastero, la de dos euros iba que chutaba, siempre que no se funda cada tres meses, claro. La reflexión, sin embargo, es sobre el consumo. Resulta que uno compra una bombilla barata y de alto consumo, pero ese consumo va contra la cuenta de la comunidad. En paralelo, el desembolso de la bombilla cara irá a cargo del bolsillo particular, y el ahorro en la factura mensual sería de la comunidad. La reflexión es que hay asuntos que necesariamente han de ser regulados por la autoridad política en aras del bien común, porque los particulares nunca los acometeríamos.
De cuestión tan prosaica como la anterior salta uno a un artículo de esos que publican los suplementos de los periódicos, en este caso El Mundo, que se dedica a analizar el arrepentimiento. Lo cuenta Daniel Pink en su libro “El poder del arrepentimiento”.
En titulares lee uno que sólo los niños y las personas con psicopatías no se arrepienten de nada, que lamentarse de no hacer algo es mucho más común que lamentarse de hacer algo, que hay un escollo cultural: la relación del arrepentimiento con la culpa y el castigo. Ahí llegamos. Hace unos días, un amigo psicólogo remite de vez en cuando a un grupo de amigos y conocidos un vídeo con alguna de sus experiencias y reflexiones. La última versaba sobre la culpa. Ahí está. Uno lee a unos y escucha a otros y no sabe a qué carta quedarse. https://youtu.be/VgHazDKTCcE
Desde luego, el poso histórico y personal de la cultura cristiana pesa. Si pesará hasta en la ruptura de Tamara Falcó, que declara: “Soy creyente. Todo pasa por algo”. Puede uno reírse con la viñeta que se cuelga por aquí.
Hablando del peso de la historia religiosa en la moral, lee uno la noticia del exhibicionista que se personó desnudo a un juicio precisamente por exhibicionista. Uno intenta abrir la mente y ver como normales cosas que nunca la fueron, e intenta buscar un fundamento civil, no religioso, que establezca lo que está bien y lo que está mal y no le resulta fácil dar con ello sin aludir de refilón a un trasfondo religioso-moral. El paso del tiempo dará con algún argumento.
El paso del tiempo, dentro de setenta u ochenta años por ejemplo, dirá que la intervención que ahora se acomete en la iglesia de San Julián de los Prados o Santullano, fue errónea. Hágase lo que se haga, los restauradores descalifican siempre la labor de sus antecesores.
***
***
LECTURA COMODONA DE LA PRENSA
Cuando a uno se lo dan hecho, solamente queda dar las gracias.
***
LECTURA DE LA PRENSA. ALEGRÍA
Dicen que las buenas noticias no son noticia. Sin embargo, uno, de todo lo leído en el día de hoy destaca una entrevista en La Vanguardia a María Inés López-Ibor, catedrática de Psiquiatría, que nos regala este titular y este mensaje: “Podemos aprender a ser alegres y convertir la alegría en un hábito”. Uno está convencido de que es cierto. No se trata de ser las veinticuatro horas happy, pero es posible ver la botella medio llena cuando otros la ven medio vacía. Siendo ciertas las dos medidas, se es más feliz con una lectura positiva. Uno está con la catedrática: queriendo ser alegre se acostumbra uno a serlo. Hace un montón de años, uno recibió unos cursos de atención telefónica. Aseguraba el formador que cuando uno contesta al teléfono debe sonreír porque el interlocutor, al otro lado del hilo o de la onda, percibe la sonrisa. Eso lo tiene un presente incluso en las conversaciones privadas o familiares, siempre que se quiera mostrar alegría, claro, porque a veces conviene mostrarse fuscu.
Esa es la intención, pero no siempre se consigue, como se deduce de la siguiente noticia. ¿Qué decir de una inflación de un 9%? ¿Botella medio llena o medio vacía? Si nos remontamos a las cifras de hace tres años, los números son calamitosos, pero si nos atenemos a las expectativas de los últimos meses, es para darse con un canto (blando) en los dientes. No es de extrañar, que LNE -no ciegamente gubernamental- titule así: “La inflación se modera por segundo mes consecutivo y baja hasta el 9% por la luz”. Curiosa subida que se vende como bajada.
En El Correo lee uno la columna de Pedro Chacón, Profesor de Historia del Pensamiento Político, que dice así hablando de Unamuno: “El filósofo se pronunciaría hoy escandalizado por que Euskadi está a la zaga de la conexión por AVE con el resto de España y de Europa”. ¿Y Asturias? Además, uno está contra esa proyección artificial de especular con las ideas de pensadores de otras épocas. Parece argumento de autoridad adivinar qué pensarían Blasco Ibáñez, Clarín o Pío Baroja sobre tal o cual asunto de actualidad, pero es una falacia.
Está uno con Jordi Juan, director de La Vanguardia, en su columna semieditorial “De lo que no debería hablar”, que comienza así, y uno suscribe porque pasa por alto de ese culebrón: “Mis hijos ya me advierten que cuando escribo sobre política catalana no se detienen a leerme. Los datos que tenemos sobre el comportamiento de nuestros lectores digitales confirman que las noticias que escribimos sobre las cuitas entre Esquerra y Junts nunca están entre las más leídas, las que tienen más tiempo de lectura o las que dan más suscripciones”.
Tampoco le interesa a uno demasiado el paso al lado (frase-tontería de moda desde hace unos años) de Teresa Mallada como líder provincial del Partido Popular asturiano. LNE le dedica cuatro páginas, que uno aprovecha para saltar y leer otras menudencias.
No es menudencia que la Universidad de Oviedo haya recibido en los últimos años (la noticia no precisa cuántos y eso si que es un lapsus aunque sean palabras originales de un vicerrector) ocho denuncias de acoso sexual. Pasa tan de puntillas por el afán declarado de proteger a las víctimas que uno duda si merece un titular. Morbo o interés aparte (que alguien le aclare a uno la diferencia) lo triste es que esos hechos suceden en la élite de la formación. Si entre el personal más instruido se cae en eso, ¿cómo abordar la prevención entre los menos doctos?
Otra noticia que uno lee con sordina es la de que en Oviedo descendieron los niveles de ruido según mediciones municipales. Si se peatonalizan determinadas calles es evidente que baja el ruido en ellas, pero eso no es decir nada si las calles colindantes captan el tráfico de las calles peatonalizadas, con lo que uno está de acuerdo, por cierto. Uno desconfía de esa estadística: si hay menos ruido es porque hay en conjunto menos tráfico y, sobre todo, porque los vehículos son mucho menos ruidosos, pero poco pecho puede sacar de ahí la autoridad local.
Finaliza uno con dos fotos:
1/ ¿Este notición del tráiler, qué?
2/ Avispado fotógrafo Ballesteros que captó el parecido entre el presidente del Consejo General del Poder Judicial y el tapiz del fondo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario