Con ceñuda expresión, he aquí lo que el rey
comenzó diciéndole a la reina, Estoy dudando, señora, Qué, mi señor, El regalo
que le hicimos al primo maximiliano, cuando su boda, hace cuatro años, siempre
me ha parecido indigno de su linaje y méritos, y ahora que lo tenemos aquí tan
cerca, en valladolid, como regente de españa, a un tiro de piedra por así
decir, me gustaría ofrecerle algo más valioso, algo que llamara la atención, a
vos qué os parece, señora.
Esos párrafos,
con tan peculiar estilo y ortografía, se encuentran en la primera página
de “El viaje del elefante”, una de las últimas novelas del portugués José
Saramago.
Al final le
ofrecen un elefante, y la novela narra las ingeniosas peripecias del viaje para
materializar el regalo.
Hace unos días
acudiste al un taller mecánico para una sencillísima operación de mantenimiento
del coche, que no te atreviste a acometer porque en estos coches contemporáneos
tienes que pasar por boxes casi hasta para cambiar una lámpara.
1 comentario:
Es de bien nacido... el mejor regalo es que vuelvas otra vez y se lo puedan cobrar. Y a lo peor por una lámpara te cobran todo el reflector, la óptica entera. En un taller de confianza me cobraron el cambio de bujías que yo mismo le había cambiado la semana anterior. No he vuelto a ese taller
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