Fuiste hasta el Fontán, fuera de tu día preferido, que es el
sábado, a tomar una botella de sidra y un pincho de picadillo, con intención de
leer el periódico, al menos por encima, pero no te fue posible.
Adornaba la portada el brindis de unos vecinos de Colombres
después de conocer que había recaído en la villa la distinción anual de Pueblo
Ejemplar. Como vendimos casi todos los vasos de sidra a los japoneses, los celebrantes tuvieron que brindar con vasos de plástico, en fin, a lo mejor es el sino de
los exportadores, que dicen que destinan el producto más selecto (el de más valor añadido, se dice ahora) para allende
nuestras fronteras.
Eso fue una anécdota porque en la mesa contigua estaba terminando de comer una
pareja de turistas recién jubilados o
muy próximos, que muy malamente acabaron dando cuenta de un cachopo. Se
admiraban ante del camarero de lo mucho que se comía por aquí. Habían cogido en
el hotel o en una oficina de turismo, un programa de las inminentes fiestas de
San Mateo y preguntaron qué eran los chiringuitos. El camarero lo resumió
diciendo que eran doce días de borracheras, más o menos como los sanfermines. No
tienes esa idea pero tampoco conoces a fondo el mundo de la noche.
La pareja hacía cábalas sobre cómo organizar la tarde y la mañana siguiente: si dormir la siesta y visitar la catedral o bien el Museo Arqueológico,
o si dejarlo para mañana y acercarse de momento a Santa María del Naranco o San
Miguel de Lillo. Llevaban unos apuntes manuscritos. Como alternativa la mujer
propuso: podíamos ir a ver la cámara esa.
1 comentario:
Yo tampoco tengo esa idea de San Mateo.
Publicar un comentario