Llevas una temporada leyendo libros de autores a quienes
conoces personalmente. Por pudor no citas el último, recién terminado, aunque no encuentres reseñas negativas en la red. Bien que
te costó porque no eres de los que deja un libro a la mitad. Permítanse dos
excepciones, el Ulises de Joyce y En busca del tiempo perdido de Proust, pero
en estos casos con sinceras intenciones de reiniciar sendas lecturas, aunque no a corto plazo.
Suelen ser relatos testimoniales transformados en novelas, que sería
más llevaderos si se presentaran como ensayos o como crónicas de tiempos
tristes. Así, no tendrías la vana esperanza de confiar en una mejoría según
avanzan las páginas. El último, terriblemente sectario. Y no. No te gusta ver
hagiografiados a los tuyos. Prefieres un pelín de imparcialidad, siquiera sea
fingida.
Durante una temporada, esperas dedicarte solamente a los
libros consagrados, que hay muchos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario