En el grupo de Facebook de Calzada del Coto, que frecuentas,
acaban de colgar un enlace con una actuación de Los Suaves, conjunto orensano.
Precisamente este mediodía, ya rebasado holgadamente, mientras
descansabas del trabajo burocrático en la barra del bar, leías unas
declaraciones de su bajista, que te dejó maravillado por sus dotes
adivinatorias, suponiendo fidelidad al entrecomillado.
Estos días, por tus labores de Calidad, no paras de revisar porcentajes,
tablas e indicadores de una cosa y otra. Pues bien, un indicador de éxito o
fracaso futuros de un grupo es que le gustara al bajista. Si no le hacía tilín, ese grupo estaba llamado al fracaso. Fino olfato que debería haber
llevado al bajista más a labores de producción que de interpretación.
Cabe buscar otro significado a la frase: encandilarían los grupos durante el tiempo que fuera, y gustarían mientras estaban en su esplendor,
pero si caían en desgracia, moría el embeleso con efecto retroactivo, ni
siquiera merecen el ‘fue bonito mientras duró’, o sea que gustaron, pero si
acabaron mal, quedan borrados de la memoria y del retrogusto.
Como tercera posibilidad, aunque no ves ninguna coma en medio de la
frase, si la promedias el giro sería otro: “Nunca nos gustaron los
grupos, que acaban de mala manera”, traducción del sentir general que desconfía
de las sociedades, por mucho que se ensalcen las sinergias del trabajo en
equipo.
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