Quedó aquí mencionada hace unos días la muerte de Macrino Suárez, último ministro de la República en el exilio. Era Ministro de Economía y te preguntas ahora qué competencias podía tener un ministro de Economía de un régimen que de hecho había dejado de existir hacía décadas.
Un Presidente de una República que solamente se mantenía como ilusión, como objetivo, como horizonte, puede tener algún sentido, un clavo ardiendo al que agarrarse, una bala en la recámara (¿por qué te saldrán frases de balas?) por si hubiera que armar (otra palabra bélica) la Tercera República de la noche a la mañana ¿con todo un gobierno en la sombra, incluido un ministro de Economía? ¿habría también alcaldes y presidentes de Diputaciones? ¿cómo sería el sistema electoral?
Dentro de lo ilógico, es diferente el caso de una monarquía derrocada. Al fin y al cabo, el régimen dinástico sigue unas reglas de sucesión y pueden mantenerse sine die porque como viven al margen de las elecciones, pueden arreglarse sin Estado y sin territorio.
No quieres pensar que esos personajes republicanos paralelos se hayan mantenido únicamente como estandartes que no imaginas quien podría pagar ¿El oro de Moscú, Willy Brandt u Olof Palme?
En cualquier caso, que durante treinta y cinco años, con una dictadura que parecía eterna, se haya mantenido un gobierno en el exilio es un signo de constancia que merece una consideración.
Si no es constancia, a lo mejor es alguna de los sinónimos que el Word considera: perseverancia, tenacidad, persistencia, firmeza, empeño, tesón, paciencia, entereza, decisión, insistencia, obstinación, testarudez, obcecación, intransigencia, también lealtad, fidelidad, no incluye cabezonería, ni pertinacia, ni contumacia, ni terquedad, ni obsesión, ni ofuscación, ni aberración, ni porfía, también sinónimos colaterales.
Dejémoslo en la nobleza de la constancia.
1 comentario:
Estos tiempos de tótum revolútum serían una gran oportunidad para pedir La República. Ahora la monarquía esta atravesando uno de los mejores momentos para botarlos. Mucho discurso falso y poca solidaridad, mucho enriquecimiento monárquico y poco servicio a la sociedad.
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