CON QUÉ PSOE ALINEARSE

No estás pensando precisamente en quienes se mueven en la órbita del voto socialista, sino en  todo el espectro electoral.

Si fueras un votante maquiavélico del PP, en las siguientes elecciones votarías al Partido Socialista porque el PP tiene votos de sobra. Se entiende que con ese voto pepero preferirías que el primer partido de la oposición fuera el PSOE antes que Podemos.

Si votas al PP sin pensar en esos matices, allá tú, no te quejes si Podemos se merienda al PSOE pudiendo aportar tu granito de arena en la urna.

Si eres votante de Unidos Podemos, las dudas no van contigo. Tampoco si eres nacionalista. Nunca se te habría ocurrido votar a este Partido Socialista.

Si eres un votante socialista tradicional (los nuevos son contados) tendrás las mismas dudas que muchos votantes en las penúltimas y en las últimas elecciones, que fueron retirando al Partido Socialista la confianza que tradicionalmente le mostraron.

Cuando leías algún libro o algún artículo sobre la guerra civil española y se explicaban las sostenidas y tenaces disputas no solo verbales entre socialistas y comunistas no lo acababas de comprender:  te parecía inexplicable que la izquierda avanzase desunida hasta el final de la guerra, manteniendo la que se reveló estéril polémica sobre si primero había que ganar la guerra o hacer la revolución. Todo se perdió. Hoy concibes mejor aquellas feroces discrepancias.

Si eres un votante socialista del ala izquierda ¿por qué aferrarse a la nostalgia de un carnet histórico o de un voto pertinaz y no romper definitivamente con él pasándose al voto útil de Podemos? Animas a ese votante socialista exasperado con la lentitud de los avances sociales, que no votaba a IU o al PC por residuales o voto inútil, a que vote a la fuerza emergente de la izquierda. Es la oportunidad de su vida.

Si, por el contrario, eres un votante socialista derechista, para evitar el triunfo de Podemos se te puede ocurrir la locura de votar al PP, a sabiendas de su ideología conservadora y de los casos de corrupción, o seguir votando al PSOE para que no desaparezca ahogado por las mareas y los remolinos de Podemos. Te resignas a asumir que la corrupción es imposible de erradicar, pero prefieres la moderación del libre mercado antes que la estatalización de la economía y de la vida.