Al llegar a casa observas que quedó encendida alguna luz de la habitación. Te acercas y accionas el interruptor para que se enfríen los óculos. Como no saliste el último, estás buscando la ocasión para anunciar lo ocurrido, eso sí, con asepsia, sin hacer sangre, como quitando importancia.
Lo sopesas y desistes porque es posible que te recuerden que no hace nada dejaste la luz del baño todo el fin de semana o que ese clavo suelto que ibas a sujetar sigue loco o que todavía ayer trajiste unos yogures de fresa cuando tenían que ser de macedonia o que cuánto hace que no limpias los zapatos o que cuando pides lo de la ITV, que se va a pasar el plazo o que...
Pensándolo bien, te muerdes la lengua y mantienes en secreto lo de los óculos.
2016/10/05
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4 comentarios:
¡¡¡¡Pues vaya manera de guardar secretos que tienes!!!!
Seguramente la interfecta no lee el blog. O a lo mejor lo dice a lo Gila. Yo lo entiendo, más vale morderse la lengua muchas veces llevando razón. El gasto es asumible. Y no se hieren sensibilidades. Es la tolerancia para la convivencia. Es predicar con el ejemplo. Un abrazo.
Dice isasaweis que si algo se puede cambiar que se diga, que si no se puede cambiar pa qué.
Los olvidos son sin querer.Y se supone que una persona mayor no lo deja deliberadamente. Cuando uno vive solo no tiene aquien echarle las culpas de los olvidos, pero compartir (y no como en un piso de estudiantes) tiene su encanto.
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