Salían estos días en la prensa dos noticias en las que
observaste un punto común.
Por una parte, a cuenta y cuento del macrogeriátrico de
Felechosa, proyecto estrella del Montepío de la Minería, con una ocupación del
30%, leías: “El equipamiento busca residentes para mantener sus 60 puestos de
trabajo”.
Por otra, la directora de la Fundación Príncipe de Asturias
hace hincapié en el empleo que crea la Fundación: “directo alrededor de 250
personas, indirecto mucho más. Hay que pensar en la hostelería, los taxis, las
tiendas de ropa, la publicidad que se genera para los medios, la promoción de
Asturias, la actividad cultural gratuita y de calidad...”
Te tiene confundida la prioridad publicitaria del
argumento-puesto de trabajo pero quizá estén en lo cierto en que es fundamental
que haya trabajos de cualquier cosa y con cualquier pretexto. Cuando nos acabábamos
de integrar en Europa y se aligeraron los trámites fronterizos, hubo quien se
agitó porque implicaba la desaparición de puestos de trabajo, pero supones que
en conjunto será mejor la desaparición de fronteras.
¿Hay que mantener el geriátrico porque aporta un valor, un
bienestar a la población potencial o realmente usuaria, o por mantener unos
puestos de trabajo? ¿Hay que mantener unos premios porque merece la pena
galardonar a personas meritorias o por mantener lo que, obiter dicta, detalla
la directora de la Fundación?
Te queda la duda de si el argumento-puesto de trabajo es un
objetivo o una trampa. Hay quien piensa que es mejor eliminar directamente los
puestos improductivos (que no aportan valor, se diría hoy) para ahorrar de paso
toda el costoso artificio que gira a su alrededor. Claro que a lo mejor con el
vendaval volaba el tuyo, pero el tuyo ni se toca.
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