“Me produce una cierta perplejidad…”.
Estás pensando incluir esta frase en un correo electrónico
profesional y antes de la última lectura lo eliminas porque te entra una duda. ¿Qué
es la perplejidad? ¿Qué es una cierta perplejidad? ¿Qué es una total
perplejidad? ¿El que siente una cierta perplejidad está un poco perplejo? ¿Queda
bien decir ‘un poco perplejo’? ¿No queda más estiloso ‘un tanto perplejo’ o perplejo a secas? Si estas perplejo, te quedas mudo y adoptas la mueca de la perplejidad, que es apretar y arrugar un poco la
boca, fruncirla dibujando una mueca en forma de acercando el labio superior a la nariz.
Acudes al diccionario de la Academia. Perplejidad:
Irresolución, confusión, duda de lo que se debe hacer en una cosa. Vas ahora al
María Moliner. Perplejo: Confuso o vacilante; sin saber qué pensar, cómo salir
de una situación embarazosa o cuál elegir entre varias cosas o decisiones
posibles.
Sin embargo, no es eso exactamente lo que quieres transmitir
cuando dices o escribes que algo te produce una cierta perplejidad (si decides no
abandonar del todo el campo de la cortesía), no digamos si quedas perplejo, que
es poco menos que absolutamente perplejo.
Cuando piensas en la perplejidad no expresas solamente dudas,
porque si así fuera podrías subtitular este blog como ‘Inventario de
perplejidades’. Tienes muchas veces dudas, pero perplejidades sólo en contadas
ocasiones. Cuando quedas perplejo, o un tanto o un poco perplejo, no quieres
decir solamente que tienes una duda porque a lo mejor no la tienes, pero sí
quieres dejar clara la extrañeza o incluso el desacuerdo, pero con lenguaje más
de esgrima.
¿Qué puede entender el receptor de la misiva que incluye perplejidades varias?
- ¡Ah! ¿que tienes dudas? Pues no te quedes con ellas y vete
soltándolas.
1 comentario:
Perplejo me hallo.
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