(Es necesario iniciar esta entrada con un paréntesis para no ferroviarios: en otro
tiempo era habitual que por desajustes de plantillas u otras causas, hubiera
muchos operarios que trabajaban fuera de su residencia oficial, con lo que se
devengaban dietas. Estas dietas eran un chollo si el lugar de destacamento era
próximo al domicilio y una faena si el destacamento se producía fuera de
la provincia o requería contratar alojamiento, pero en Asturias los
desplazamientos son generalmente cortos y eran una bicoca).
Ya te habías olvidado totalmente de aquellas frases y de
aquella época, pero a la hora del pésame te recuerda su hija cuánto te metiste
con ella a cuenta de que su padre pasó mucho tiempo destacado. Se lo tuviste
que decir muchas veces porque en los tiempos de la adolescencia y primera
juventud tu hermana y ella pasaron muchos ratos juntas y tú merodearías para
lanzar esas pullas que tanto te gusta(ba)n.
En otros tiempos eras un asceta y un purista y si la
plataforma sindical decía que había que terminar con los destacamentos, tú
aplaudías a pies juntillas. Tu ingenuidad te costó algún contratiempo por ese motivo. Por
esas vueltas de tortilla de la vida, no mucho años después conseguiste una
plaza que te permitió cobrar destacamentos una larga temporada muy cerca de casa ¡pero lo tuyo sí estaba
justificado, faltaría más!
Durante un tiempo esa era la faceta que conocías de Catalán:
que ESTABA destacado. Sin embargo, a no tardar tuviste la fortuna de trabajar
con él en varias estaciones y en el roce diario y profesional te diste cuenta de que ERA un hombre
destacado: de los que no se echaba para atrás hiciera frío o calor, estuviera a
punto de llegar el relevo o a mitad de la jornada, serio, formal, prudente, cumplidor,
y cuando se trabaja alrededor de la circulación, de las agujas, de las
maniobras y de los trenes, eso es básico.
Además, jovial. La vida fue justa con él dándole el premio
de una larga jubilación.
Descanse en paz.
2 comentarios:
Una entrada brillante y halagadora para su familia y amigos.Gracias
GRACIAS, con mayúsculas, poco más te puedo decir después de leer lo escrito, quien me iba a decir a mi, que tus eternas tomaduras de pelo en mi época adolescente iban a servir para darle un adiós tan emotivo a Catalán, desde ya, te digo que valieron la pena.
(Respecto a tu destacamento, ya ves que no digo nada, seguro que también te lo merecías).
GRACIAS DE CORAZÓN.
Un Abrazo.
Publicar un comentario