2013/01/24

MUJERES VALIENTES Y EXPERIMENTOS ARRIESGADOS

Cuando lees en la prensa que la cerveza sin alcohol mejora la leche materna y, unas páginas después, que un genetista de Harvard está dispuesto a clonar un neandertal, para lo que busca una mujer valiente a fin de convertirla en madre de la nueva especie, la primera pregunta que te asalta es ¿cómo pueda haber mujeres que se avengan a esos experimentos?   
 En cuanto comentas con alguien el primer caso, te das cuenta de la conveniencia de no aventurarse a criticar sin pensarlo dos veces. Una de las directrices sobre la interpretación del Derecho es valorar la evolución histórica de una norma, consejo que también sirve para la vida y para la cerveza. Tu madre te confirma que se recomendaban unos vasos de cerveza para mejorar la leche materna. Así considerado, esos mismos vasos de cerveza, pero sin alcohol, suponen un avance a tener en cuenta.

Que se avengan a ser objeto del experimento mujeres no bebedoras te parece una aberración, aunque la necesidad de dinero anula preferencias y valores. Sin embargo, que mujeres bebedoras de cerveza (con alcohol) pasen durante el embarazo y la lactancia a la cerveza sin alcohol es un logro. Todo es relativo.

Buscando algo más sobre la noticia, que te parecía novedosa, encuentras que ese mismo estudio se presentó en otras ciudades españolas tiempo atrás, por lo que te hace pensar sobre quién está detrás de ese estudio, de ese peregrinaje por la ancha España de congreso en congreso, de hotel en hotel. Es la cara triste (primero escribiste miserable) pero inevitable de la investigación.


 
Más radical se plantea el caso de la clonación de un neandertal. Aquí las limitaciones éticas son auténticamente restrictivas. Por una parte está la irresoluble cuestión entre los medios y los fines, por otro el contraste entre otras medidas drásticas que se adoptan en casos de urgencia extrema o en estado de máxima necesidad y las decisiones pausadas y (pre)meditadas de laboratorio, y nunca mejor traído a la palestra el laboratorio. Por la situación de angustia extrema, una guerra por ejemplo, alguien puede encontrar justificado incluso el lanzamiento de una bomba atómica, pero por experimentos genéticos de evolución desconocida, raramente se encontrará una sola voz que lo defienda, aparte de los apasionados científicos inmersos en los experimentos. Falta la premura como justificación, que sí serviría si, por ejemplo, una desconocida y no querida epidemia, amenazara con la extinción de la raza humana.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Las niñas ya no juegan a ser princesas y las mujeres ya no quieren ser madres, o retrasan todo lo posible ese acontecimiento y condición. Ni con cerveza de la abadía se conseguirá que las mujeres de cuarenta tacos tengan la misma vitalidad que las de 20. Y antes las mujeres parían a los 20. Hoy no quieren dar el pecho, hoy le confían el hijo a una niñera para que se lo cuide mientras siguen trabajando. Tampoco hay tiempo para dedicarle a los niños. Qué más da lo que se vaya a parir en estas condiciones para la vida que le espera!!!!