Lees en el periódico la la esquela de Salva. Salva estuvo durante muchos años al frente del bar LA GLORIA en el barrio de Vallobín de Oviedo, a mitad de camino entre la estación y el taller de reparación de máquinas de Oviedo. Con Salva hacía tu padre la primera parada del día antes de iniciar su tarea diaria a las siete de la mañana. A media jornada buscaba otra segunda parada más amplia y de extranjis para preparar la comida a los chavales recién salidos de la escuela de aprendices, las más de las veces un guiso de patatas, pimientos y carne con su punto de picante, que apaciguarían con algún chorro de vino aprovechando que todavía no se habían inventado los controles de alcoholemia. Compartían pote y risas en el furgón de alguna Unidad que se estuviera reparando. Para aquellos ingeniosos mecánicos no sería difícil convertir transitoriamente un furgón en comedor.
En esa parada primera apuraba el primer Farias del día, ese que tras varios encendidos y apagados había estrenado en el tren de las cinco y media de la mañana cuando se podía fumar en todas partes y en cualquier momento.
Posiblemente no habías vuelto a ver a Salva desde el funeral de tu padre, pero no hace mucho volviste a coincidir, no sabes dónde, seguramente en un tanatorio o a la puerta de una iglesia para despedir a algún ferroviario cliente o amigo suyo o ambas cosas a la vez.
No eras habitual de su bar, ni cuando lo era tu padre, de ninguno. Está para ver y leer que hoy vives y ves las cosas de otra manera. Quizá el ambiente de los bares de antes y el de ahora no sean lo mismo o el progreso económico de los últimos años te ayude a bendecir esos ratos de asueto, siempre que no supongan un quebranto para las economías domésticas. Si por el excesivo consumo se priva a la familia de recursos básicos, en esa medida lo desapruebas.
En tu caso a ti no te faltó de nada, y si tu padre hizo amigos por los bares, como Salva en Oviedo, u otros en Fierros, en Busdongo, en León, en Campomanes, o en cualquier punto donde ejerciera el empleo y el pluriempleo, lo das por bueno aunque en otros tiempos gastaras ojos de censor.
Lo que lamentas es que no haya vivido más años para poder seguirlos cultivando.
1 comentario:
Yo lo veía por el barrio, donde tenia numerosas propiedades.
Guapa reflexión.
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