Por imponderables pasajeros, llevas unos cuantos sábados
sin pasar por el Fontán a degustar la botella de sidra, el pincho de picadillo
y la lectura del periódico, que siempre alumbra alguna idea. La sidra y el
periódico no lo perdonas aunque sea a unos kilómetros al norte.
A veces charlas con el chigrero sobre la sidra, los sidreros
y sus/nuestras manías. En lo tocante a la temperatura opina que se cometen muchos errores. La sidra es una bebida delicada porque si hace calor, como era el caso este último sábado, entre
el primer culín y el último pueden pasar cuarenta minutos y da tiempo a que se
convierta en caldo. Tienes visto en alguna moderna sidrería-restaurante, que peca de industrial, un novedoso
canal con agua fresca a lo largo de la barra para depositar allí la botella una
vez empezada y conseguir que la temperatura se mantenga constante , pero implica
una instalación demasiado exigente para los modestos chigres, en los que te
sientes más cómodo.
Pues bien, habías tomado el segundo culete y te parecía que
la sidra empezaba a calentar. Estabas a punto de decirle al chigrero
que la enfriara pero se te adelantó y la enfrió de oficio en el caldero con
hielo. Ahí se mantuvo hasta el penúltimo trago. Escanciado éste, la botella quedó en
la barra para que el último no estuviera demasiado refrigerado. Decisión correcta
porque podía pecar por ahí. Cuando le preguntaste cómo medía la temperatura, tocó
la botella con los dedos y, con media sonrisa, mirándola, dijo que seguía el método
digital.
1 comentario:
Método digital avanzado.
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