La burocracia o su sinónimo el papeleo son disculpa socorrida que el demandante de un servicio alega cuando se le deniega una petición. Por el contrario, desde el punto de vista del órgano administrativo, si rechaza la cuestión no es, en la mayor parte de los casos, por incomodar al ciudadano, sino porque este habrá incumplido algún trámite que alguna finalidad tendrá o habrá tenido en su día.
A veces no siempre esa así, según te enteras escudriñando las notas marginales de algunos libros de bautismo, de Congostinas sin ir más lejos.
No lo fue, según te enteraste no hace mucho, cuando en un viaje por el Océano Atlántico, coincidieron en un barcos dos jóvenes de idéntico nombre, una rusa, otra hispanoargentina. Al finalizar la travesía, las autoridades de Inmigración traspapelaron las acreditaciones, dando a la rusa los papeles de la latina, a ésta los de la rusa. La nuestra y los suyos no se percataron en el acto del error y cuando quisieron enmendar el entuerto, los trámites se presagiaban tan engorrosos que decidieron quedarse con el nombre. Desde entonces, nuestra amiga antepone al nombre de pila, por el que es conocida, el de Plurca, y así consta desde entonces, pero solamente en los registros, no en la vida.
Más de preocupar fue otro caso que conociste al hilo de las rebuscas: determinada moza tenía el banquete preparado para boda, habían recibido ya los pellejos de vino de Busdongo y estaban apalabradas las viandas, cuando el mozu rompió los esponsales. Comunicando el disgusto el padre de la novia a otro galán amigo de la familia, respondió éste:
- Por eso no te preocupes, cásome yo.
Y se casaron. Había moza, vino, carne, y por lo menos la mitad de los invitados.
Cómo arreglaron el papeleo, si pronto o tarde, no consta en ninguna nota marginal.
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