2022/09/21

DE FACEBOOK (Días 16 y 17)

LECTURA DE LA PRENSA. EL CRIMEN DEL HOSPITAL
Repasaba uno “Tomás Nevinson”, la última novela de Javier Marías y da con un párrafo que tenía resaltado en la primera lectura, a saber por qué, porque en esta segunda relectura lo relaciona con el terrible homicidio cometido por el enfermo de 87 años que mató a otro de 92 en el Hospital del Valle del Nalón porque no le dejaba dormir. Utilizó para ello el triángulo de la cama y posteriormente, por si acaso con los golpes no había sido suficiente, lo asfixió con la almohada. No hay hasta el momento demasiados detalles. Las redes aportan las esperables y controvertidas opiniones, pero ninguna información relevante. “Lo todavía no sucedido carece de prestigio y de fuerza, lo previsto y lo inminente no bastan, la clarividencia es desoída siempre, es necesario que todo sea corroborado por los terribles hechos, cuando es tarde y no tienen arreglo ni se pueden deshacer”.
Todo se puede mejorar pagando más impuestos o limitando derechos fundamentales. ¿Estamos dispuestos? Un no cree a estas alturas la cantinela de que se recauda bastante, pero que hay que gestionar mejor. Dentro de cinco o seis años, cuando se publique la sentencia definitiva del Tribunal Supremo, sabremos qué ocurrió, pero entonces ese remoto pasado carecerá de interés. Durante unos días uno se hartará de noticias parciales y opiniones interesadas.
Lee uno en La Nueva España que según un informe publicado en la prestigiosa revista científica The Lancet, la respuesta al coronavirus fue un fracaso. Leyó uno el artículo de cabo a rabo y no encuentra ningún ejemplo concreto de decisiones desacertadas, si acaso, el retraso en admitir los aerosoles como fuente de contagio, pero parece como si la noticia de LNE fuera una mala traducción de alguna noticia original en otro idioma. Que ese fue un fallo garrafal está uno de acuerdo porque en los estornudos, en la limpieza de superficies, en la distancia social como si el contagio fuera eléctrico, se cayó en el paroxismo generalizado hasta que el tiempo hizo decaer esas prácticas sin que los ciudadanos destinatarios recibieran la circular que anulaba esas pautas.
Dicho lo anterior, uno no está de acuerdo con dos columnas publicadas en la Vanguardia, una de Susana Quadrado “El absurdo de la mascarilla”, otra, que se reproduce aquí, del habitualmente exaltado Juan Luna. Aun reconociendo que la disparidad de normas (Vueling y Ryanair en el ejemplo de Luna) disuade de la confianza en las recomendaciones sanitarias y de que no es lo mismo un tren con cinco viajeros que con doscientos durante treinta minutos, uno mantendría la obligatoriedad de la mascarilla en espacios cerrados en función también del volumen, porque no es lo mismo un tren o un autobús o un coche que un supermercado de techos altos. A uno no le parece que eso sea tan difícil de comprender, aunque sea más difícil escribir el reglamento preciso que paute el cúmulo de circunstancias posibles.
Descorazonadora la discrepancia de los jueces del caso Griñán, que llevó a que dos juezas progresistas hayan interpretado de diferente manera los mismos hechos. Si los jueces no se hubieran alineado en función de su conservadurismo o progresismo, uno no tendría nada que decir. Siendo así la realidad, no es de extrañar que el poder político quiera nombrar jueces en los altos tribunales, esos que han de juzgar a los políticos llegado el caso y que suelen agruparse por colores según se ve. Es así, pero es desilusionante.
En El Correo Español-El Pueblo Vasco encuentra uno una noticia que llega tarde para aplicar y es que la siesta en el trabajo mejora el rendimiento. “No es de vagos. Hay que acabar con su mala fama”. Uno tuvo durante uno años un muy apreciado y buen compañero de mesa que se quedaba traspuesto no por la tarde sino a media mañana. De aquella no puntuaba como mérito. A partir de ahora, a saber.
Interesante por ir contra la corriente dominante, el artículo de Juan Carlos Laviana sobre las tradiciones al hilo de la muerte de la reina de Inglaterra.

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LECTURA DE LA PRENSA. EL TREN Y LOS INGENIEROS
Hay muchos ingenieros en cargos relevantes en el Ministerio y en las diferentes empresas ferroviarias pero deben ser todos o muy malos o de muy débil carácter porque nos les hacen ni puñetero caso. Eso es lo que uno saca en conclusión al leer los titulares y algo de la letra pequeña que La Nueva España reproduce del análisis realizado por destacados miembros del Colegio de Ingenieros astur. Uno está de acuerdo con alguno de sus apreciaciones, como la integración deficiente de FEVE, pero cree que muchos de los que aplauden las críticas no estarán tan de acuerdo con las que se refieren a la rigidez normativa, por poner un ejemplo. Lo que uno no puede pasar por alto es mezclar churras con merinas, es decir, un viajero de Cercanías con un viajero de Larga Distancia. Decir que hay diez viajeros más de Cercanías que de Larga Distancia (que no se dice así, pero valga para el ejercicio) y debería haber diez veces más inversión en Cercanías que en Larga Distancia (que tampoco se dice, pero uno simplifica) es desconocer que en el transporte de viajeros por ferrocarril el concepto básico en términos de producción es el viajero/kilómetro o kilómetro/viajero, y en mercancías, la tonelada/kilómetro o el kilómetro/tonelada, que de todo tiene uno visto. Por ceñirse al mundo del viajero, en estrictos términos de producción, un viajero que viaje cien kilómetros en un tren equivale a veinte viajeros que viajen cinco kilómetros. Solo eso, porque el análisis daría para mucho más. ¿Y de qué análisis económicos fiarse?
A uno le gustaría situarse en el año 2030 cuando los trenes de alta velocidad hayan llegado a Asturias, aunque en el interior de no lo hagan a una muy alta velocidad, pero llegarán a las estaciones de Oviedo y de Gijón a la velocidad que sea sin que la mayor parte de los viajeros tengan que tomar un taxi a continuación. Eso ocurrirá. Cuando en el año 2030 se vea el efecto de los trenes de alta velocidad en la economía asturiana y en el sector del transporte, a uno le gustaría recopilar las opiniones vertidas contra las inversiones en la alta velocidad, y lo dice uno que prácticamente no viajó nunca en esos trenes, pero es necesaria cierta altura de miras, como las aves, pero no como las aves de rapiña. Permítaseme la hipérbole.

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