LECTURA DE LA PRENSA. DESCONFIANZA.
La Sociedad de Festejos de Colloto, barrio ovetense en la frontera de Siero, comunicó hace unos días que, muy a su pesar, no podían organizar las fiestas de prau de este año porque los dueños no les dejaban el terreno habitual de otros años, que por lo visto es el único. Hoy salen a la palestra los dueños del prau para indicar que no los dejan porque en años anteriores quedaba lleno de basura. Uno desconoce si es verdad. Puede que a estas horas haya salido la comisión de festejos a la palestra para negar o matizar esas afirmaciones. El lector se encontrará con distintas versiones y, después de mucho leer, tendrá que optar, pero será más que nada una opción de fe. Sin haber pisado nunca las fiestas de Colloto ni saber dónde puede quedar tal prau, uno está con los dueños. Aviso a navegantes, a los navegantes de otros praos y otras fiestas.
El líder de un partido pide unidad y humildad para encarar el futuro. Es ese tipo de declaraciones en las que no merece la pena profundizar. Si hay unidad, estupendo; si no la hay, entonces será muestra de partido vivo, de libertad de debate, del rico contraste de pareceres, que a uno le suena del lejano espíritu del 12 de febrero e incluso de antes. ¿Y qué es la humildad en concreto para un partido? Flatum vocis todo ello. Pasamos página.
En LNE informan del gran rompecabezas del fútbol en televisión: la mayor oferta de la historia. Para uno la noticia es esa sino que tal información rompecabecera no se encuentra en las páginas de deportes sino en las de Sociedad y Cultura. Será. Gracias a la pandemia se desenganchó uno del fútbol televisado y espera seguirlo domesticando con algo de nostalgia.
El ABC publica un reportaje con este titular: “Madrid no es ciudad para bicis: dos accidentes al día y un caos de carriles y ciclistas”. Habla de vaivenes en los trazados urbanos, carriles segregados o pintados, aceras bici, ciclocarriles 30. Uno siguió desde la lejanía la polémica del cascayu de Gijón y no tiene opinión ni sobre lo que ocurre en Madrid ni en Gijón. La única suspicacia que le sugiere a uno la lectura de la noticia es si ABC, más que un artículo informativo, se pronuncia contra las bicicletas por la asociación de ideas con la ecología. Lamentablemente uno lee hasta los artículos más bienintencionados con desconfianza. Será la edad, que vuelve a uno desconfiadón.
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LECTURA DE LA PRENSA. MALOS, BUENOS Y ÓPTIMOS
No pierden ocasión los alcaldes de quejarse por lo que llaman competencias impropias: esas que acometen sin estar estrictamente obligados o estándolo, pero sin contar con la asignación presupuestaria oportuna. Esto último no lo acaba uno de entender del todo y seguramente nunca lo llegará a entender. Cuando se juntan representantes autonómicos al nivel que sean y en el foro que sea, también se quejan de las muchas competencias que tienen que asumir y lo cicatero que es el Estado con ellos. En resumen, saca uno la conclusión de que el Estado es malísimo, las autonomías así, así, y los ayuntamientos unos benditos de Dios. Que se clarifiquen las competencias sería lo ideal, pero uno está contra los llorones. Uno conoció un maquinista hace muchos años al que todos conocían como ‘la llorona’. Espera que siga vivo y llorante, pero seguramente sus llantos ya no tendrán un destinatario laboral a estas alturas.
Para llorón Almeida, el de la patronal asturiana de la hostelería, Otea. Ya le vale. Ante las restricciones energéticas decretadas por el Gobierno, declara que son una cortina de humo para atacar el turismo. La duda que uno tiene es si se cree sus declaraciones o se limita a una representación teatral.
Susana Pérez-Alonso, escritora que uno repele, por lo mismo que Almeida, lamenta la liquidación del Club de Natación Manuel Llaneza de Mieres. ¿Se cree esto?: “Pero no soy Presidente, soy una ciudadana cuyas reflexiones no se toman en cuenta por algunos políticos (craso error)”.
Lo contrario que repulsión es lo que uno sintió por la divina Olivia Newton-John, una belleza rayana en lo empalagoso, pero que uno no se cansaba de mirar. Se le detectó un cáncer por primera vez hace treinta años. En este tiempo sufrió otras dos recaídas. Morir es un fracaso, pero durar treinta años es un éxito médico. En las redes leyó uno que alguien escribió: “Todas queríamos ser Olivia Newton-John”. Uno se atrevería a preguntar por qué. Solamente se le ocurren dos respuestas: 1/ Por su belleza. 2/ Por su aventura (cinematográfica) con un macarra.
Metidos en la estética o en la antiestética, llegamos al atuendo veraniego de nuestra reina, que La Nueva España describe así: “Llamó la atención que doña Sofía fuera agarrada del brazo de la Reina Letizia, quien lució un favorecedor vestido juvenil, en tonos rosas y muy corto”. La Vanguardia reflejó así la vestimenta: “Letizia, al igual que sus hijas adolescentes, lució minifalda”. ¿Y esto que firma Arantza Furundarena para el bilbaíno Correo, que reproduce el gijonés Comercio, qué?: “Ataviada con un favorecedor vestido minifaldero estampado en tonos rosas que dejaba a la vista buena parte de sus bien torneadas y tonificadas extremidades inferiores y luciendo un intenso bronceado…”. No queda ahí la cosa, esos periódicos señalan que el vestido se agotó en las tiendas. ¿Es eso el eterno femenino? Tiene que haber gente pa to.
Terminemos seriamente con el editorial de El País sobre los juegos olímpicos de Barcelona, de los que se cumplen treinta años. Además de un éxito económico, urbanístico y de coordinación, destaca que no se conocen casos de corrupción alrededor de ese acontecimiento.
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