LECTURA DE LA PRENSA. MÚSCULO
Si después de varios años de pandemia, ahora menguante por fortuna, le preguntan a uno cómo llegó el virus a Europa y cómo se repartió, ¿cuál sería la respuesta? Uno quedaría en blanco y pasaría a la siguiente pregunta. Pues bien, al hilo de la desgraciada noticia del suicidio de una médica austríaca lee uno en el ABC (que la llama ‘médico’ por cierto) que “Austria repartió el virus por toda Europa desde la estación de esquí de Ischgl, en febrero y marzo de 2020, para después convertirse en el país europeo más reacio a vacunarse, una negativa de la que fueron partícipes buena parte de sus trabajadores sanitarios. Cuando Kellermayr defendió las vacunas, fue objeto de una campaña de acoso en las redes sociales y de un vacío profesional que aparentemente no pudo soportar”. Ahí termina la noticia que le deja a uno múltiplemente pasmado.
No pasmado, pero sí bloqueado quedó uno intentando leer una entrevista a la Ministra de Transportes Raquel Sánchez, pero no fue capaz de concentrarse. Por ser verano, permítasele a uno una frivolité.
Frivolité la de Revilla inaugurando de madreñas una senda absolutamente seca. Un histrión eficaz. Un tropezón leve, por babayu, no le habría venido mal.
Algo de babayada tiene la moda del músculo. El catedrático de algo José Molero proclama en los cursos veraniegos de La Granja que estamos en el ahora o nunca de la innovación, y que tenemos de todo, pero haría falta más tamaño, más músculo. Cuando uno oye a alguien que falta músculo, ahí deja la entrevista o cambia de canal si está en un medio audiovisual porque le viene a la mente la etimología de músculo (mus, ratón; ratón pequeño, ratonucu) y se imagina que se está vendiendo una ideuca o una motuca. Uno siente fobia ante algunas palabras, pero no pone la mano en el fuego, no sea que se vuelva un fan de alguna modernidad.
Moderno Canteli no parece, más bien rancio. Véase la viñeta de La Nueva España.
Ranciuras aparte, la Delegada del Gobierno, la socialista Delia Losa, reciente líder local del partido en Oviedo, realiza unas declaraciones no se sabe en cuál de los dos papeles que ostenta, pero proclama esto en relación con el futuro de los terrenos de la fábrica de armas. “No podemos consentir que un entorno de esa naturaleza, con edificaciones que tienen que ser centro de actividades culturales ,de actividades de nuevas tecnologías y de investigación biosanitaria, se queden en nada por el afán especulativo del Ayuntamiento”. Aunque el futuro es poco más que un boceto, que uno sepa el Ayuntamiento y el Principado tienen previstos edificios de alguna utilidad pública, reservándose el aprovechamiento urbanístico para el Ministerio de Defensa. En cualquier caso, no procede acusar de especulador a una parte con la que has pactado que pueda vender terrenos en compensación de los derechos reconocidos en el pacto. Mejor evitaban todos esas palabras gruesas, aunque imposible en estos tiempos prelectorales.
El presidente de los hosteleros vaya vara que da con las terrazas y con todo. Reclama que la gente continúa teniendo miedo al interior de los locales. Hoy tomó uno una sidra al mediodía en el Marcelino, que no tiene terraza por cierto, y estaban las mesas y la barra saturadas como hacía años que uno no recordaba en ese establecimiento. Se conoce que los del miedo quedaron en las terrazas. Por cierto, de camarero el lenense Antonio, uno de los mejores escanciadores que uno conoce, con un estilo que da gusto verle trabajar.
¿Algún viajero habitual de los trenes puede no haberse enterado de la próxima y temporal gratuidad de los abonos mensuales? Pues alguno hay. Cuando LNE prepara un reportaje sobre qué le parece esa medida a los viajeros, se encontró con dos (que figuran en el reportaje con nombre y apellidos para más inri) que desconocían la medida. ¡Felices ellos! Bien se acordaba García Márquez de sus comienzos al escribir “Cuando era feliz e indocumentado”.
Lee uno una noticia matizable y menor (salvo para los que tengan algo con el lesionado) en La Nueva España y en El Comercio. Para unos se produjo una agresión en la estación de Gijón, para otros fue en el entorno de la estación. ¿Acierta el titular que habla del entorno, dado que el entorno incluye la estación? Ye igual. Lo de ‘ye igual’ le recuerda una anécdota de un apreciado compañero que cuando estábamos trabajando una lejanísima noche en la taquilla de la estación de León, alguien le pidió un billete a La Coruña, pero él se lo despachó a Madrid. Cuando el viajero le hizo la advertencia, el factor le dijo: “Ye igual, cuesta lo mismo”. Ciertamente el billete costaba lo mismo. Despachar un billete así era un error frecuente ya que en el visor de la máquina aparecía el precio del último billete vendido y ante la petición de un nuevo billete, el instinto llevaba a dar a la tecla ‘repite’. Para hacerlo bien había que meter el cliché de cinc con el destino correcto.
Un aplauso para los buceadores voluntarios del club Delfín que limpiaron de plásticos el puerto y la playa de La Palmera de Candás. Llenaron seis contenedores de residuos pero alertan de la presencia de microplásticos imposibles de recoger. Desmoralizante porque si no está bien visto ser un guarro tampoco lo está ser estricto en la limpieza y en el reciclado.
Lee uno que la banca reduce un nueve por ciento su red de oficinas en 2022. Uno vivió y vive bastante bien si no a cuenta de la banca, si a cuenta de algunas trabajadoras de banca, y le duele que se produzcan manifestaciones no cuando cierran la antepenúltima o la penúltima sucursal de un pueblo, sino solo cuando cierra la última oficina.
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LECTURA DE LA PRENSA. CHINOS
¿Qué puede decir uno de las maniobras militares chinas alrededor de Taiwán? Lo que expresa la viñeta de La Nueva España. No tiene uno noticias de que ninguna empresa de capital chino inserte publicidad en el periódico asturiano, porque se la retirarían de inmediato por ofensa a la raza.
Cierra por números rojos la piscina privada Manuel Llaneza de Mieres, donde gobierna Izquierda Unida. El portavoz popular del municipio cargó contra el concejal de Deportes. Reconoce el portavoz que es una entidad privada, pero habría que haberle echado una mano. ¿Lo dijo también antes o lo dice ahora?
Gonzalo García-Conde, columnista de LNE, escribe sobre el llamado turista globalizado y el auge de oferta estival de la capital del Principado. Comienza así: “Es muy guapo ver las caras de los turistas que visitan Oviedo. Caminan despacio, comparten descubrimientos, edificios, estatuas, rincones, plazas. Gustan de escandalizarse ante los pantagruélicos menús que anuncian los restaurantes”. A eso vamos. Uno también se para a mirar alguna vez la ciudad en la que vive y uno de los mayores entretenimientos cuando está apoyado en la barra de un bar, si queda próximo a la entrada, es observar la cara que ponen los turistas que entran en el establecimiento, en qué se fijan, si miran al suelo, a las paredes, a la barra, al personal, a los clientes. O si miran desde afuera, sin entrar. Uno se pone en su piel y en sus ojos porque también decide, cuando se viste de turista, entrar o no en un sitio dependiendo de a saber qué fogonazos. A veces se acierta y a veces no. Para acertar siempre habría que ser un cazatalentos caleyeru.
El epidemiólogo Daniel López Acuña no se cansa de predicar en el desierto. Tiene que ser desmoralizante su papel de predicador de tan nulo éxito. Por cierto, ¿quién hará la evaluación final a los gobiernos del mundo de qué se hizo bien, qué se hizo mal, qué se habría hecho de haber sabido qué? No tiene uno ninguna esperanza de que nadie reconozca ningún error, o vestirán de aciertos los errores, como cuándo a uno le preguntan por su mayor defecto y responde que es demasiado tenaz.
El sanchismo aplaudirá esa noticia del ABC. No le hará tanga gracia la viñeta del mismo periódico, pero uno la encuentra simpática.
Se alegra uno de encontrar diversos puntos de vista en un mismo medio y en la misma página, en este caso en El Mundo, donde Fernando Palmero afirma que hace bien Ayuso en desconfiar de un Gobierno que ya se saltó la legalidad constitucional cuando nos encerró en pandemia. Antonio Lucas, sin embargo, en un artículo titulado “El buitre” proclama que ahora el objetivo es alcanzar la eficiencia energética, ahorrar energía sin manías persecutorias, heridas imaginarias en los sentimientos, sin paranoias residuales. El título viene a cuento de un buitre desorientado que apareció por Madrid y no es por casualidad sino por el cambio climático.
Hablando de paranoias, o sin llegar a tanto, LNE resume un completo estudio realizado por una serie de investigadores que dieron a conocer el porcentaje de asturianos que consumieron algún psicofármaco, diferenciando por sexos y zonas sanitarias. El informe es completo y necesita análisis por quien sepa, porque uno puede sacar conclusiones apriorísticas. Llama la atención la gran desproporción en el consumo por sexos, consumiendo la mujer casi el doble que los hombres, destacándose también un mayor consumo en las dos cuencas. En el análisis, Rodrigo Abad, médico de familia de Siero, lo asocia a la situación económica; Marino Pérez, catedrático jubilado de Psicología, entiende que lo que se necesitan son psicólogos que escuchen y dediquen tiempo, y no médicos que receten pastillas sea cual sea la situación de base; Andrés Calvo y Esther Calvo, que regentan una clínica del ramo, inciden en la excesiva uniformidad en el consumo pero también aluden al biologismo dominante, según el cual, lo que nos ocurre está determinado por concretas conexiones cerebrales, y ahí mete baza la industria farmacéutica. Aunque no es problema de falta de panchón, se puede aplicar el refrán de que donde no hay panchón, todos riñen y todos tienen razón.
Será noticia mañana en la prensa asturiana, no sabe uno con qué relevancia, el corte en el suministro de agua en los concejos de Llanera y parcialmente de Siero. Casualmente Juan Neira, analista de El Comercio había dedicado su columna al suministro del agua en la región asturiana.
Sale caro convertir el agua en hielo, tan caro que hasta el Director Financiero de una firma tuvo que reconvertirse durante unos segundos y arrimar el hombre echando unas paladas. Uno cree que a los empleados de la firma les habrá entrado la risa, si no soltaron un cagamento.
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