Una compañera que se dedica a lo mismo que tú, pero en otro sitio, te cuenta con una alarma que de momento tomas con una fría incredulidad que intentas no transmitir, que casi no se pudo apear de un tren en Palencia debido a la aglomeración que había en los andenes. Le costó Dios y ayuda bajar con la maleta, y lo que fue peor, en el forcejeo ajetreado con la turba perdió las gafas, pero que eso es lo que menos importa porque pudo ser peor. Las gafas son lo que menos importan pero importan.
Por lo visto el andén estaba inusualmente abarrotado de jóvenes que se desplazaban para una fiesta de la escuela de peritos agrícolas.
Las gafas las soportará el dueño. Si en vez de las gafas se pierde una vida, la vida también la soportaría el dueño, pero no solamente él, pero es una investigación que por suerte nunca se acometerá.
Como de la aglomeración no quedó constancia en ningún sitio, la pobre compañera se marchó de la visita con cara de tonta, pero más tarde te hace llegar una fotografía, que tienes la oportunidad de mostrar a quienes pilotaron por allí con un acojone supino.
No ocurrió nada pero tampoco esperas ninguna conclusión: todo el mundo está acorazado y la eventual culpa es de otros.
Y, como decían Kiko Ledgard o Mayra, hasta aquí puedo leer.
4 comentarios:
y la seguridad, por dónde andaba.
Joaquín Prat no, fue Kiko Ledgar
Corregido, gracias.
¿O era Maira Gómez?
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