http://www.lne.es/centro/2014/05/02/valdedios-reza-lleguen-monjes/1579170.html
Leías estos días que el Arzobispo había concelebrado una misa en Valdediós con antiguos alumnos de ese Seminario clausurado en 1959, que como monasterio pasó posteriormente por diversas vicisitudes hasta quedarse sin monjes hace dos años.
Se apela a la oración para que vuelvan los monjes pero sin desatender los contactos: a Dios rogando y con el mazo dando, ora et labora, realidades bifrontes y difíciles con variadas palabras y en diferentes idiomas.
Estabas con ese recuerdo cuando atraviesas unas páginas demoledoras de Los Miserables (V. Hugo) que describen con todo detalle la vida monacal aprovechando la circunstancia de que hace refugiarse al progatonista en un convento ocultándose del poder civil de resultas de aventuras mundanas y rocambolescas.
Cuando hemos encontrado un convento en el camino, hemos penetrado en él. ¿Por qué? Porque el convento, que es propio tanto de Oriente como de Occidente, de la Antigüedad como de los tiempos modernos, del paganismo, del budismo, del Islam, como del cristianismo, es uno de los instrumentos de óptica que aplica el hombre sobre el infinito.
Al mismo tiempo que mantenemos nuestras reservas, nuestras restricciones e incluso nuestras indignaciones, debemos decir que siempre que encontramos en el hombre el infinito, bien o mal comprendido, nos sentimos llenos de respeto. Hay en la sinagoga, en la mezquita, en la pagoda, un aspecto repugnante que execramos y otro sublime que adoramos”.
Y sigue con unas páginas crudas y demasiado largas y densas para reproducirlas aquí.
Al servicio de quien me quiera: Porque sí y porque sé
Hace 22 horas
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