Dedicas en buena parte el 1º de Mayo a la lectura. Sigues con Los Miserables -hay para rato- y encuentras una frase que te invita a la reflexión: al ver la mediocre ropa del viajero y lo pequeño que era el paquete, el cochero le cobra por adelantado. No hace falta demasiada introducción. Hay un viajero casi harapiento y un cochero, que no sabemos si es trabajador por cuenta propia o ajena, pero te inclinas por lo segundo.
La escena del cochero prepotente te recuerda a esa vendedora de la ONCE que encuentras algunos días, una vendedora no muy agraciada, tampoco demasiado despierta ni con especial de carisma para la venta. Hace unos meses estabas en la cola de un banco para formalizar un ingreso y coincidió delante de ti. El bancario no le estaba prestando, te pareció, la atención debida, entretenido en otros menesteres internos, quizá urgentes. Crees que la vendedora iba a recoger cambio para su actividad y se apalancó demasiado sobre la ventanilla invadiendo el espacio vital del auxiliar u oficial de caja que por dos veces le indicó que no siguiera escupiendo. Claro que los clientes VIP no pasan por ventanilla, pero ¿cuánta saliva y aliento habría que tragar resignadamente si fuera un baboso rico?
En el día del trabajo, un lamento por los desplantes del trabajador del primer grado hacia los del segundo, de los del segundo hacia los del tercero, de los del tercero hacia los del cuarto…y así hasta el final de la triste e inevitable cadena
Al servicio de quien me quiera: Porque sí y porque sé
Hace 19 horas
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