Das por buenos los ochos euros de la entrada. A través de la correspondiente audioguía vas pasando por las distintas salas que muestran varios aspectos de la Sábana Santa de Turín y, en menor medida, su relación con el Santo Sudario de Oviedo, que algún insigne cura, también catedrático medievalista, llama el Pañolón.
Hasta el deán de la catedral advierte sobre algunos excesos: la credulidad excesiva lleva a la nula creencia, pero ¿dónde está la frontera si hasta las palabras traicionan? Repárese en las palabras de Jesús a Santo Tomás: No seas incrédulo, sino creyente. Credulidad, incredulidad, creencia, fe.
La exposición te pareció un montaje interesante, y al decir montaje, expresas, no valoras.
Quedas impresionado de las conclusiones que los distintos científicos fueron extrayendo de la Sábana Santa hasta llegar a determinar el número de heridas y su ubicación en el cuerpo de Cristo o de la persona que hubiera estado envuelta en la tela santa, hasta el extremo de poder recrear una imagen con precisas llagas y secuelas.
Lo que sin duda te llamó la atención del avance de la técnica forense es que por los estudios del arrastre del cuerpo y los movimientos del mismo dentro de la sábana, algún científico llegó a la conclusión de que el cuerpo se evaporó en un tiempo de 0,04 segundos.
Desconocías que la ciencia pudiera llegar a esa precisión. No te extraña que la inmortalidad pueda estar tan próxima. Quedan solamente cuatro centésimas de segundo para llegar a ella. Ya lo intentó sin éxito Aquiles corriendo detrás de la tortuga.
3 comentarios:
Cálculo infinitesimal? La ciencia y la creencia.
La ciencia aniquila la creencia. En ciertos casos la ciencia reafirma la creencia. Cuando la ciencia a comprender no alcanza cómo se formaron y permanecen esas imágenes en la síndone, la fe no ha muerto.Pero nos han engañado tantas veces...
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