Buena cosa es que el Papa tenga las ideas futbolísticas claras, trasunto de otras meridianas ideas. Claro que (hoy todo va de claridad) también las tenía claras Clemente (no el Papa Clemente, sino el de Bilbao) con su patadón p’adelante. Claridad y acierto no siempre van de la mano, tampoco claridad y estilo, pero la gente valora al hombre firme de ideas claras. Hitler también era de ese grupo. Bueno, se te fue la mano en el símil, no tenías ninguna intención de comparar ni de equiparar, Dios te libre, era solo por seguir con un juego de palabras.
De todas las noticias sobre el nuevo Papa te quedas con la de la última página, ahí ves un toque humano en el puente de Dios en la tierra. Al Papa le gusta el fútbol, y quieres intuir que entiende y que no le vale cualquier cosa. Así lo indica el titular al referirse al “fútbol que adora Bergoglio”, sin coma, es decir no habla del fútbol, que adora Bergoglio, que no da de paso las carreras de cualquier tuercebotas levantando tapinos. ¿Qué táctica futbolístico-pastoral seguirá el papa argentino? ¿La filigrana y la efectividad de Messi, el genio y los tacos de Simeone sobre el muslo del contrario, la manija y la progresión (codos en jarra) de Redondo, el pisalo de Bilardo, el control de la situación de Mascherano, la sobriedad de Di Stéfano? Quedamos a la espera de ver qué fútbol, y qué mundo, es el que Bergoglio adora.
1 comentario:
¡SOCORRO! ¿Cómo explicar la estampida que estamos viendo en estos días dirigida a presentar una imagen "progre" de un personaje que hasta el comienzo del cónclave vaticano todos coincidíamos en que era un reaccionario o, en el mejor de los casos, un cardenal conservador dentro de la muy conservadora Iglesia argentina? ¿Cómo comprender esta prodigiosa metamorfosis que lo convierte en un poderoso ariete en la lucha contra la pobreza y, por lo tanto, contra el sistema que la genera: el capitalismo? ¿O en un incansable luchador por los derechos humanos cuando bajo la dictadura su actitud fue, en el mejor de los casos, pusilánime, para no emplear palabras más fuertes? ¿O es que acaso existen los milagros? Yo creía que no. Si alguien tiene una hipótesis o una explicación que por favor se apiade de este desconcertado analista y me la haga saber.
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