2012/07/09

IMPACTOS

Torcíamos desde Alcalá para entrar en Velázquez, y una mujer que iba sentada en la fila de delante señaló con el dedo hacia una casa, un piso alto, y le dijo a la otra con la que viajaba:
“Mira, ahí vivían unos ricos que nos los llevamos a todos y les dimos el paseo. Y a un crío pequeño que tenían, lo saqué de la cuna, lo agarré por los pies, le di unas cuantas vueltas y lo estampé allí mismo contra la pared. Ni uno dejamos, a la mierda la familia entera”.

Además de ese relato truculento, Javier Marías narra por boca de su padre otra historia espantosa en el libro segundo, que acabas de terminar,  de TU ROSTRO MAÑANA, a la que te dedicas desde hace unas semanas. En este caso llega del bando vencedor de nuestra guerra civil y describe la naturalidad con la que un escritor recordaba distendidamente y sin ningún asomo de asco, una escena que había presenciado: cómo un preso que se resistía a cavar su fosa, espetó a sus verdugos: “A mi me podéis matar y me vais a matar. Pero a mí no me toreáis”. Buena cosa les dijo, lo torearon, lo banderillearon, le dieron estoque y omites detalles.

El libro no trata de la guerra, esas que extrajiste son breves historias que se intercalan para dar sentido a otras o para encontrar un paralelismo con ellas. Julián Marías, el padre filósofo, no las presenció, se las contaron, pero precisamente por eso señala que le influyeron en su vida mucho más que si hubiera sido testigo directo, teoría que desarrolla a lo largo de TU ROSTRO MAÑANA. Tendrías que meditarlo con mayor calma, pero es posible que a ti te hayan influido también más las historias contadas que las historias vividas.

Estos de Julián Marías son destellos de un sufrimiento que mantuvo en secreto y que solamente desveló a su hijo al final de sus días. Ni a su propia mujer trasladó las evocaciones que llegaban a su mente cada vez que pasaba con ella por el cruce de Alcalá con Velázquez o cuando la acompañaba a una corrida de toros.

Te imaginas un hombre torturado a lo largo de su vida por esos recuerdos oídos más que vistos y te da pie para meditar sobre si esas situaciones límite que van incubando pensamientos a lo largo de toda una vida traspasan hasta palparse en una obra de la enjundia filosófica Marías padre. Para no quedarte con la duda, entre los libros que llevas para las vacaciones ya está al borde de la maleta su “Razón de la filosofía”. Se intentará digerir a la sombra de una tumbona.

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