¿Por qué eligió Blasco Ibáñez este título? En varios pasajes aparece literalmente -o casi- la expresión que dará lugar al título.
“Aquellos chiquitines criados en una isla de cañas y barro…”
“A ambos lados los tabiques de dos cuartos, construidos con
cañas y barro, como toda la barraca…”
“Le hacía permanecer como un anfibio en un país de cañas y
barro, donde el hombre, desde pequeño, tiene que encerrarse en una
barquichuela, eterno ataúd sin el cual no puede moverse”.
“Mejor estaba en el agua, hundido en el barro, rodeado de
cañas, como último vástago maldito de una famosa dinastía de pescadores”.
Las cañas y el barro reflejan el paisaje dominante, también los
materiales básicos con los que se construyen las típicas barracas valencianas.
La novela describe la historia de los derechos de pesca en
la Albufera valenciana, el ambiente geográfico y humano, la forma de vida, la explotación
de la pesca, la pelea por arrinconar el terreno pantanoso y ganarlo para la
agricultura, la lucha soterrada por esas dos formas de vida. Crees que Blasco
se decanta por la piscícola, más primitiva, más libre, no tan acotada como la
tierra firme, pero más aleatoria también. Esta opción ocasionará
discrepancias entre las propias familias. “Quería a los suyos dedicados a la
pesca, por esto se enfurecía al ver a su hijo contrayendo deudas y más deudas
en su empeño por ser agricultor. Los labradores pobres eran unos esclavos;
rabiaban todo el año trabajando, ¿y para quién era el producto? Toda su cosecha
se la llevaban los extranjeros: el francés que les presta el dinero y el inglés
que les vende el abono a crédito…”.
Encuentras también valiosa la novela por la descripción de
la fauna de la laguna, las escenas de caza y pesca, tan diferente según
estratos sociales, la organización de los puestos de caza y pesca, el
desarrollo de las fiestas que se organizaban o cómo se agasajaba a los músicos con
la banda como elemento principal.
Con este fondo se desarrolla la trama humana de la novela,
los amores, las ambiciones, las miserias humanas, la sombra de la leyenda de la
Sancha, como fatal presagio, el egoísmo del agricultor, siquiera anecdótico: “Vibraba
en pie dentro de ella, con toda su inmensa fuerza, el egoísmo de la muchacha
rústica que coloca el interés por encima del amor”. “La avaricia de la mujer
rural se revelaba en Neleta con una fogosidad capaz de los mayores arrebatos”.
Acaba enigmáticamente el relato con el apunte de una atracción
fatal que no viste asomar en ningún momento de la novela. Otro lector más
avispado quizá la adivine.
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