Una cierto sesgo político subyace generalmente en los cambios de nombre de las estaciones. Así ocurrió con la estación de María Zambrano de Málaga o la de Indalecio Prieto en Bilbao.Otras estaciones llevan el nombre de artistas o personajes de la tierra de intrascendente perfil político, caso de Joaquín Sorolla en Valencia o Guiomar en Segovia. Tampoco te parece un criterio acertado. Apuestas por que en caso de haber dos estaciones en una misma ciudad, se llamen por el nombre del barrio más próximo. Así ocurre con San Diego o San Cristóbal en A Coruña, Abando o Ametzola en Bilbao; Atocha o Chamartín en Madrid; Campo Grande o La Esperanza en Valladolid; San Bernardo o Santa Justa en Sevilla y así sucesivamente.
Por la prensa te enteras del nuevo criterio que apunta: el coste del cambio. Así está ocurriendo con el intento de renombrar la estación de Córdoba como Luis de Góngora. La empresa titular de las estaciones, ADIF, está dispuesta al cambio siempre que no le cueste un duro. El duro lo tendrá que poner el ayuntamiento proponente. La experiencia te fue enseñando que es arriesgado dar ideas: te mandan que las lleves a la práctica...y que las pagues.
http://sevilla.abc.es/andalucia/cordoba/sevi-nombre-estacion-cuestion-voluntad-y-dinero-201604082121_noticia.html
Además, dada la enemistad personal y literaria que Góngora y Quevedo mantuvieron en vida, estaría simpático que después de dar el nombre de Góngora a la estación de Córdoba, Quevedo diera nombre a una estación de su Madrid natal (previo pago, claro).
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