De pronto disparó Pedro Sánchez,
candidato socialista a la presidencia del gobierno:
-
El presidente del gobierno, Sr. Rajoy, tiene que ser una persona decente, y usted no
lo es.
El presidente se echó hacia atrás,
respiró y habló:
-
Hasta ahí hemos llegado. Yo soy un político honrado,
como mínimo tan honrado como usted.
Se pasó, eso pensaste en voz alta y conviniste con tu
mujer en la salita, donde seguíais atentos al debate televisivo y televisado entre
Pedro Sánchez y Mariano Rajoy.
En el rifirrafe posterior Sánchez habló no ya de una persona
decente sino de un político decente. ¿La alusión/ataque a la decencia fue idea
de los asesores o del propio Sánchez? Se sabrá, quizá no ahora, pero en
cualquier caso, quien la pronuncia en un momento así la hace propia.
Rajoy se molestó, no era para menos, y lo tomó como un
insulto. Sin embargo, una frase así, aislada, aunque se pronuncie a gritos, con
inquina y apuntando con el dedo, por sí misma raramente servirá para condenar
al autor como reo de insulto en un juzgado del orden penal.
¿Qué es ser decente?
Si nos atenemos a la RAE, le ves difícil encaje como insulto.
(Del lat. decens, -entis).
Con el diccionario de María Moliner entramos en terreno más fangoso
y bivalente porque decente es “aplicado a las personas y a sus acciones y sus
cosas, honrado o digno: incapaz de acciones delictivas o inmorales”. Si Sánchez
pensaba en los delitos o en la moral, él sabrá; si Rajoy lo tomó por la parte
de los delitos, hizo bien en invitar a Sánchez a declarar en los juzgados, pero
la apelación de Sánchez iba más al movedizo terreno de la moral y de las urnas.
Más de guante blanco es la decencia si recordamos los orígenes
latinos. Decet: estar o sentar bien, ser apropiado, convenir. Claro que si a esto se refería Sánchez, podía haber menguado el volumen de los cuasigritos.
Si tiramos de derivados de la misma raíz nos encontramos con
adecentar, decoro, decorador, condecorar. Bonita fórmula de quitar algo de cólera
a las palabras.
Si Pedro Sánchez no quiso espetar todo lo anterior a la
persona sino al político, como parece por matices inmediatamente posteriores,
el insulto se queda en agua de borrajas por arte del malabarismo florentino.
En definitiva, indecente: un insulto que parece más de lo
que es. ¿Sería Pedro Sánchez o sus asesores tan maliciosos como tú?
1 comentario:
Algunos lo disfrutan con una sonrisa burlona, aunque diga que lo sienten, como el tiro en la nuca, cuando se lo descerrajaba ETA a un político, o a un militar. El fanatismo también se da en las vísperas de un partido... de fútbol y en las religiones intolerantes. El inflamar los ánimos trae estas consecuencias y cuando un fanático inconsciente de la derechona más extrema le suelte una hostia semejante a un político de izq., seguro que se le borra ipso facto la sonrisa burlona de ahí me las den todas. No se le ha soltado hostia semejante a los corruptos que han robado al pueblo y han sufrido pena de telediario. Y tan asesino es el que aprieta el gatillo como el que prepara el asesinato. Seguro que entonces se toman medidas legales contra estos insociables, que no pueden vivir en una sociedad con gente de otra religión, de otro equipo de fútbol, de otro color político. Este menor tendrá padres que han sabido transmitirle unos valores fundamentales. Los padres son responsables de los actos de los hijos. Judicialmente igual es intocable por ser menor y se convierte en deporte nacional ir soltándole hostias a los políticos.
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