Vas a un entierro a Fierros y te percatas de la presencia del infierno en esa iglesia en la que pasaste en otro tiempo tantas horas. No es que lo hayas visto, es que te colocaste justo al lado de una cruz que te lo recuerda.
No está de moda el infierno, ni hablar de él. Raras son las homilías que lo mencionan, además en un entierro sería una alusión de mal gusto, sonaría a indirecta, máxime en día plomizo a juego con la penumbra eclesial. Hasta el polémico teólogo Hans Küng niega su existencia por ser incompatible con el infinito amor de Dios.
Sin embargo, el infierno pervive en la parroquia de Las Puentes. No estaría pensando Sartre en tu pueblo cuando pronunció su conocida frase: El infierno son los otros.
Sin ser la alegría de la huerta, no te parece que los oriundos de la parroquia se caractericen por una preocupación intensamente escatológica, pero ahora recuerdas también el cuadro de las Ánimas de San Bartolo, esas ánimas que están purgando (con fuego) sus malos pasos. Con fuego es como se purifican los espíritus, pero tú cuando veías ese cuadro no caías en tanta finura, más bien pensabas que se estaban chamuscando los cuerpos.
1 comentario:
Si el teólogo Hans Küng niega la existencia del infierno por ser incompatible con el infinito amor de Dios, también podemos polemizar negando la misma existencia de ese Dios, creado de la debilidad del hombre
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