Con La Nueva España, y con otros periódicos se incluye los domingos una revista semanal, el Magazine. La portada del último se dedica a las tendencias en joyas y relojes, que, por lo visto, apuestan por el color y la vistosidad. En el interior, un reportaje de ocho páginas. Leyendo el equivalente a los títulos de crédito, la chica que se prestó a exhibir joyas y algo de sensualidad se llama Henriette Barabas y entre paréntesis figura H. Unique, que será la agencia para la que trabaja. Las fotos son de Sergi Jasanada. La Producción está a cargo de Elvira Pla (www.dogmamoda.com) y, por último tenemos el modelo, que resulta ser Didac Serrano, de la agencia Elite. Aquí los mencionas por si son merecedores de aplauso o de reproche (o de envidia).
Como te quedaste anclado en ciertos esquemas del marxismo, las joyas son para ti más valor de cambio que de uso y no estimas lo más mínimo a las Carmen Polo cargadas de arrugas y collares caros ni abalorios llamativos y baratos. Más impropias todavía te parecen los cargamentos de joyas en las más jóvenes, no digamos si quienes se adornan son del género masculino.
Aprovechas para ilustrar esta entrada con una de las fotos. Tienes muchas dudas, faltaría más. ¿Era necesaria esa foto con el pretexto de exhibir unas joyas? Ya dijiste que las joyas masculinas te parecen todavía peor, pero si se invirtieran los términos del reportaje y se editara una foto en el que las joyas las exhibiera él ¿qué pensarías? ¿Invitan las joyas al desfogue amoroso? Una muy precipitada traducción del inglés identifica lujo y lujuria.
Con ser aparentemente incompatibles, además de quedarte anclado en la teoría económica marxista, parece que también te quedaste en la moral victoriana. Pasen las joyas, pero la foto te parece fuera de lugar. ¿O no?
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