Acudes solícito a la capital de España para asistir a una demostración práctica de cómo funciona una nueva aplicación informática sobre grabación de reclamaciones de viajeros. Como eres comprensivo y corporativo, mal (o bien) que te pese, en el estadillo final otorgas una mejor puntuación a los elementos humanos y materiales de la casa que si el curso hubiera sido impartido en y con medios ajenos.
Quizá sin saberlo, el curso pretendió ser un ejemplo de la más clásica ortodoxia marxista: la materia determina la conciencia, o, concretado en el caso, las herramientas informáticas determinan la forma de proceder y la realidad. Si se ajustan a la norma, bien, y si no, es igual, porque lo importante es ir tirando como sea hacia Ítaca, váyase al final a Ítaca o a ninguna parte. Pedalear, pedalear para no caer de la bicicleta.
Cuando la informática alcanza un poder tan preponderante en los procedimientos y en la vida, parece que si algo no lo permite un programa es porque no se “debe” hacer, cuando lo único que prueba es que no se “puede”. La informática trastocó el poder en deber. Que la atención al cliente, la emisión de una factura o la preferencia de un tren sobre otro venga predeterminados por lo que permita un programa informático y no al revés...
Finalizado el curso, te diriges billete en mano a coger el tren de regreso y los sudores fríos llegan quince minutos antes de la salida cuando ya en el andén te indican que aquel billete no vale, que es para ese mismo día del mes siguiente. En casa del herrero, cuchillo de palo. Menos mal que imploraste auxilio y que prestaba servicio en el tren el Sr. Sánchez, que te acomodó y nunca mejor dicho porque te hizo un viaje cómodo y entrañable pese a no conocerle de nada.
El Sr. Sánchez, además de natural de Trobajo del Camino, junto a la ermita, es íntimo de tu primo Fernando, colega suyo en la capital. Lástima que trabarais conversación al final del viaje cuando te dirigiste a él para agradecerle el acomodo. Quedaba demasiado poco para llegar a destino.
Después de una larga vida sindical de ideales y etéreas defensas jurídicas, el Sr. Sánchez confirmó su etimología como hijo de Sancho (que eso es Sánchez, como López es hijo de Lope, y Álvarez de Álvaro), práctico escudero de Don Quijote que resuelve las situaciones sin apelar a los principios generales de los libros de caballerías. Por suerte no aplicó al caso ningún programa informático, porque habrías hecho noche en Madrid, solo, fané y descangayado.
Muchas gracias.
2 comentarios:
Es de bien agradecido.... Se imagine ud. que la próxima vez no haya una persona, que si tiene un billete válido pasa y control y si no...., que no tenga a quien recurrir, se imagina que las dudas y las réplicas las tiene que hacer por interfono.... Se imagina ud. que con esto de la informática se eliminen personas para atender a los clientes..... telemarketing, teleformación, teleasistencia y cibersexo. Esto degenera.
¿Y te pusiste una reclamación por lo del cambio del mes? ¿Y que te contestaste?
Menos mal que el compañero no era Marianez
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