Después de pasar uno de los mejores momentos del año en el encuentro con los antiguos
seminaristas en casa Fran en Lugones, tienes que dar las gracias a Luis Antonio Alonso Perea porque (me cago en mi puta vida) te llamó a las diez de la mañana para preguntar a qué hora era la cosa y decir que estaba con el camión en la carretera, pero llegó; a Félix Álvarez Gancedo, siempre atento a arreglar los flecos personales que pudieran surgir o quedar; a José Ramón Álvarez Lorenzo, sonriente y discreto; a Eleuterio Ávila Osuna, que vino desde Madrid ex profeso, que pasó a ver a su hermano a Avilés y que tenía pensado regresar por la noche a la capital de España; a Edelmiro Cachero Armayor, que no falla salvo causa de fuerza mayor y asiste con la discreción que se espera de los bancarios; a Fermín Cachero Suárez, que nunca falta a cualquiera cosa que organice alguien del Seminario; a Francisco Javier Fernández Díaz, nomber one de la hostelería en El Nalón, pese a que ese mismo día tenía una comunión de un sobrino-nieto en Madrid; a José Ramón Fernández López, Séchez, que vino también desde Madrid en un viaje relámpago y que si falla es por causa realmente de fuerza mayor; a José María García Amor, al que pusieron la cabeza como un bombo los compañeros que le tocaron en suerte (sería exagerado decir “en desgracia”) esa mañana/tarde y que te reclama que algún sábado hagas un paréntesis en El Fontán y tomes un vino por la zona de Santo Domingo; a Corsino García Gutiérrez, brillante y discreto, si es posible compatibilizar ambos términos, lo mismo que su amigo Manuel García Nieto; Constantino García Velasco, traído por las orejas por su primo Faustino Velasco González, sobrino del antiguo profesor D. Jesús González Lobo (corramos un tupido velo); a Vicente González Salinero, de ideas claras y quién sabe si acertadas o equivocadas, eso solamente se sabe al final de la vida, de los siglos, de los tiempos (te entregó un sobre más comprometedor que los de Bárcenas); a Manuel Iglesias Pereiras, que eligió el lugar y el menú y eso para ti es suficiente mérito; a Primitivo López García, que transportó a Nacho el comunista y se interesó por los que faltaban; a Santos Pando Sánchez, de permanente sonrisa, no sabes si estará igual si se acumulan los impagados de sus trabajos de carpintería; a Hilario Paz García, que mantuvo una dura batalla dialéctica con el carnal pecado (dicho sea con exageración) contra los hedonistas Salinero y Perea; a Hipólito Peláez Álvarez, con la difícil labor de compatibilizar lo que piden el partido y el cuerpo; a Bautista Prieto Álvarez, que después de cuarenta y un años en la Suzuki tuvo tiempo de acordarse, y bien, de su breve pasado seminarista; a Toño Ruiz Gutiérrez, al que la salud y las obligaciones eclesiales le permitieron asistir de principio a fin a un encuentro; a Juan Carlos Saavedra, pasmado entre la radicalidad de la escrachadora izquierda presente y la moderación general; a Carlos Sánchez Cayado, que al finalizar la espicha marchaba para Valladolid a ver a su hijo y nos dejaba la puerta abierta para lo que hiciera falta en Sidra El Gaitero; a Javier Suárez Pérez, que lo tiene todo controlado entre Laviana y Gijón, en particular en su barrio de El Natahoyo; a Juan Carlos Tablón, trabajador de Urgencias en la UVI, al que más vale ver tomando sidra que con bata blanca; a Faustino Velasco González, del que tan gratos recuerdos tienes de la época en la que algún amigo pasó por su UVI (otra UVI).
Queda un cariñoso recuerdo para quienes queriendo estar de corazón, no pudieron: los emigrados en Suiza, Santo Domingo o Ecuador; al que convocaron de urgencia a unas actividades deportivas sabatinas; al guardia civil de tráfico de León; al que está de servicio permanente en El Corte Inglés; al escritor que tiene una presentación ese dñua; al que está de vacaciones en las Islas Canarias; al que tiene que conducir trenes sin cuestionar su rentabilidad; al que bautiza a un nieto; al que le surgió un viaje profesional a Eslovenia para vender garbanzos (¡suerte!); a los que están pasando un mal rato económico o personal; a los que no saben qué decir; a los capellanes de los Hospitales, pendientes siempre del último suspiro, del último sacramento; a los que tienen una excursión programada al monte; a los que no pudieron cambiar el turno en su centro de personas con discapacidades graves; a los que cumplieron sesenta años y lo están celebrando con su familia; al que no sabes qué le pudo pasar para no venir desde Pola de Laviana porque tiene el móvil apagado o fuera de cobertura; al militar de Melilla; al policía de Madrid; al militar de León; al que tiene a la mujer recién operada.
La comida, buena; la sidra, mejor; los gin-tonics, digestivos; la compañía, óptima; las ausencias…las ausencias siempre se echan de menos.
2 comentarios:
<la próximma vez voy, me forro a vender peluquines, farmatint y botox.
Fdo La Domana
Que gran promoción de "curas" ha perdido la Iglesia.
Hasta es posible que en ese grupo hubiera algun "papable".
Con todos los respetos!!!!!!!
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