Asistes en la casa de la Cultura de Mieres a la representación teatral de una obra escrita o adaptada por Fulgencio Argüelles e interpretada por el grupo de teatro de la Asociación Cultural Serondaya, de Cenera.
Te costó decidirte porque para esa misma hora estaba anunciada también la presentación de un relato de Tito Montero, descendiente de Fierros, pero como se repetirán las presentaciones en otros puntos, irás otro día.
Acudes a Mieres porque conoces al autor y a Sabino Alberto Quesada, (allí Alberto) de Pola de Lena, compañero de la oficina, que desempeña un papel destacado entre los actores principales. Eso ya lo sabías. También te encuentras con la sorpresa de que entre el equipo técnico participa como fotógrafo Alberto Flecha, compañero de los hermanos separados de ADIF.
A tu mujer le gustó y eso justifica la entrada. En la ocasión anterior le metiste un embarque para ver en Castrillón una adaptación de una obra de Casona, que al poco de empezar estabas deseando que terminara. Esta de Mieres es otra cosa. Por de pronto sabían el papel y si en algún momento sufrieron una laguna, no se notó.
Original el montaje escénico, interponiendo en algún momento una pantalla transparente que permitía visualizar fotografías en primer plano mientras se desarrollaba alguna escena al fondo. Los actores y actrices se movían en el escenario con soltura. Los efectos especiales estaban logrados. La danza prima y otras canciones tradicionales asturianas, espaciadas a lo largo de la obra, amenizaron la representación y añadieron un toque coral y colorista.
Uno que hace sus pinitos en actividades culturales, valora especialmente las horas de trabajo que llevan encima, premiadas con un resultado más que bueno.
El argumento acorde con los miembros que conoces. No les habrá costado representar que los soldados medievales de ocupación, con el comendador al frente, son como una plaga de langostas.
Te costó decidirte porque para esa misma hora estaba anunciada también la presentación de un relato de Tito Montero, descendiente de Fierros, pero como se repetirán las presentaciones en otros puntos, irás otro día.
Acudes a Mieres porque conoces al autor y a Sabino Alberto Quesada, (allí Alberto) de Pola de Lena, compañero de la oficina, que desempeña un papel destacado entre los actores principales. Eso ya lo sabías. También te encuentras con la sorpresa de que entre el equipo técnico participa como fotógrafo Alberto Flecha, compañero de los hermanos separados de ADIF.
A tu mujer le gustó y eso justifica la entrada. En la ocasión anterior le metiste un embarque para ver en Castrillón una adaptación de una obra de Casona, que al poco de empezar estabas deseando que terminara. Esta de Mieres es otra cosa. Por de pronto sabían el papel y si en algún momento sufrieron una laguna, no se notó.
Original el montaje escénico, interponiendo en algún momento una pantalla transparente que permitía visualizar fotografías en primer plano mientras se desarrollaba alguna escena al fondo. Los actores y actrices se movían en el escenario con soltura. Los efectos especiales estaban logrados. La danza prima y otras canciones tradicionales asturianas, espaciadas a lo largo de la obra, amenizaron la representación y añadieron un toque coral y colorista.
Uno que hace sus pinitos en actividades culturales, valora especialmente las horas de trabajo que llevan encima, premiadas con un resultado más que bueno.
El argumento acorde con los miembros que conoces. No les habrá costado representar que los soldados medievales de ocupación, con el comendador al frente, son como una plaga de langostas.
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