2025/11/11

CUANDO DESEAR TODAVÍA ERA ÚTIL, de Peter Handke

 Leyó uno este libro del premio Nobel Handke simplemente porque estaba en el mostrador de novedades de la biblioteca pública y por leer algo de poesía o de prosa poética de vez en cuando. 

Selecciona uno este poema, que es de los más entendibles, Canción de ser niño.


Cuando el niño era niño

andaba con los brazos colgando,
quería que el arroyo fuera un río,
que el río fuera un torrente

y que este charco fuera el mar.

Cuando el niño era niño

no sabía que era niño,
para él todo estaba animado
y todas las almas eran una.

Cuando el niño era niño

no tenía opinión sobre nada,
no tenía ninguna costumbre,
se sentaba en cuclillas,
tenía un remolino en el cabello,
y no ponía caras cuando lo fotografiaban.

Cuando el niño era niño

era el tiempo de preguntas como:
¿Por qué yo soy yo y por qué no tú?
¿Por qué estoy aquí y por qué no allí?
¿Cuando empezó el tiempo

y dónde termina el espacio?
¿Acaso la vida bajo el sol

no es sólo un sueño?
Lo que veo y oigo y huelo,
¿no es sólo la apariencia

de un mundo ante el mundo?

¿Existe de verdad el mal

y gente que realmente son malos?

¿Cómo puede ser que yo, el que soy,
no fuera antes de devenir,
y que un día yo, el que yo soy,
no sea más ese que soy?

Cuando el niño era niño

 le costaba tragar las espinacas,
los chícharos, el arroz con leche

y la coliflor al vapor,
y ahora come todo,

no sólo por necesidad.

Cuando el niño era niño

alguna vez despertó en una cama extraña,
y ahora lo hace seguido.
Muchas personas le parecían bellas,
y ahora, sólo en ocasiones, con suerte.
Imaginaba claramente el paraíso,
y ahora, como mucho, lo adivina.
No podía pensar en la nada,
y hoy se estremece ante ella.

Cuando el niño era niño

jugaba entusiasmado,
y ahora se concentra como antes
sólo si se trata de su trabajo.

Cuando el niño era niño

las manzanas y el pan
le bastaban de alimento,

y todavía es así.

Cuando el niño era niño

las moras le caían en la mano,
como sólo caen las moras,

y asi es todavía;
las nueces frescas 

le ponían áspera la lengua,
y así es todavía;
encima de cada montaña

tenía el anhelo de una montaña más alta,
y en cada ciudad el anhelo de una ciudad aun más grande…
y siempre es así todavía.

En la copa del árbol tiraba de las cerezas
con igual deleite lo hace hoy todavía;
se asustaba de los extraños como todavía se asusta;
esperaba las primeras nieves y todavía las espera.

Cuando el niño era niño
lanzó un palo como una lanza contra el árbol,
y hoy vibra así todavía.


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