2024/12/12

LECTURA DE LA PRENSA. 11 DE DICIEMBRE

 LECTURA DE LA PRENSA. EVOCACIONES ALREDEDOR DE LA SIDRA

(Intenta uno un poco de coordinación entre texto y fotos, pero es necesario que el lector eche mano de su imaginación).
Ver la foto en La Nueva España de la sidra entre la nieve y ponerse a escarbar entre los propios ficheros para encontrar recuerdos níveosidreros es todo uno. Ahí está una foto bajo los soportales de casa Ramón en El Fontán, que tanto frecuentó uno en otros tiempos. Merece un comentario especial dentro de un momento, que esto es todavía introducción.
La sidra principia por la recogida de la manzana, y ahí aparece uno escogiendo a mano la fruta prohibida por si diera el caso de certificar una hipotética cosecha casera como Denominación de Origen Protegida (DOP).
Después hay que mayarla, es decir, machacarla en el duernu, tarea en la que uno colabora con Luis López, amigo de Trobajo del Camino, León. Ya su padre y el de uno compartieron amistad en León y, más tarde, en Gijón. De esa herencia proviene el sportinguismo de los vástagos, más exacerbado el del leonés, cosa del carácter.
Hablando de padres, ahí aparece Jesús el Rubio, en dos imágenes, en Naveo, en una con unos cuantos compañeros de trabajo y en otra escanciando cuando su salud ya escaseaba, lo que le impedía estirar el brazo como exigen los cánones.
Antes de consumirla conviene un poco de historia. Nada mejor que pasar por el Museo de la Sidra de Nava. Ahí aparecen padre e hija en la entrada.
¿Dónde se consume? Sobre todo en los chigres y en las fiestas. Y en los propios llagares, claro. En casa uno no tiene ni media botella. Comenzamos por una foto de un chigre, el aparato que da nombre al bar en acertada metonimia.
¿Por qué bares anduvo uno a lo largo de su vida? Incontables, pero ahí se relacionan unos cuantos:
- Un vaso del Bar Mino de Pola de Lena recuerda quizá el primer lugar en el que uno se aficionó a la sidra cuando, de joven, vivió ahí y frecuentaba el grupo de Silvino, Santa el del estanco, Julio el de León y otros. Uno sigue siendo relativamente asiduo del Mino, donde se inclina por el palo de Foncueva.
- Ya en Oviedo, tiene uno parado casi diariamente en El Valle, antes de que, tras la pandemia, recortaran la barra y se convirtiera en otra cosa. Como recuerdo queda una foto con Tino Barros, originario de Parana, al que no le queda mucho para llegar a los cien años.
- Paró uno bastante en El Leonés, al que dedicó unas líneas cuando cerró hace unos meses por jubilación. De su escuela y familia es la actual sidrería Muñiz, donde se sirve Acebal, sidra que se bebe poco en Oviedo, de ahí que uno haya sacado (tirado dicen los gallegos) una foto a una botella de esa marca como curiosidad.
- También paró uno mucho en el Esteban y comió allí un año con los compañeros de la promoción. Uno dedicó un artículo al Esteban cuando cerró. Por su extensión, se reproduce como comentario aparte.
- Le gusta a uno La Belmontina, para ir sin prisa y disfrutar de la vista de la catedral. Pese a tanto gusto, uno la frecuenta poco porque no se puede andar por todos los sitios. Ahí solía uno leer El Comercio.
- Llegamos ya a Casa Ramón, pero no con la gerencia actual, sino en la época del gran Ramón, cuando servía únicamente sidra Fran. En aquel tiempo, casi bíblico, uno consumía tres productos como lote indeformable: botella de sidra, pincho de picadillo y lectura de La Nueva España, previamente adquirida en el quiosco de Rosa, que también cerró. Tan emblemático era aquel vicio, que un amigo le dedicó un montaje fotográfico porque, de aquella, uno escribía muchas veces en el blog-Buridán una entrada contando lo que le había sugerido la lectura del periódico mientras degustaba los manjares líquido y sólido. La foto de la nieve está ahí. Pero se jubiló Ramón y la nueva gerencia no tardó en abandonar el palo de Fran y, sobre todo, endilgó escanciadores mecánicos, lo que obligó a uno a cambiar de ritual, sobre todo los sábados, cuando uno visitaba casa Ramón después de pasar por la biblioteca pública. Uno inmortalizó su último consumo, y, aunque puso cara de risa para la foto, lloraba por dentro porque estaba diciendo adiós a un ritual de años.
- En Lugo de Llanera, donde uno emparentó para siempre, tiene parado en muchos sitios. Por la calidad de los escanciadores uno selecciona dos, el ya cerrado Pondal, regentado por Luis Ángel (ahí queda su logotipo para la posteridad) y La Bolera. De Luis Ángel puede decirse, como sidrero, que de casta le viene al galgo. Uno reflejó hace años un detalle de maestro. La sidra requiere una temperatura muy precisa y Luis Ángel la cataba cogiendo la botella por el cuello. Si él mismo veía que calentaba, la ponía a enfriar sin que lo pidiera el cliente. La Bolera la regenta Rubén, un chigrero que lo intenta en los concursos de escanciado, aunque, de momento, no puede con el poderío hispano. Aparece uno en una foto en el merendero de La Bolera intentando un escanciado de andar por casa. (Dicho sea entre paréntesis, el Pondal se llamaba así en recuerdo del lugar en el que desembarcó la estación de Lugo de Llanera, que arrebató de esta forma el nombre al pueblo, cosa que ocurrió en más sitios, por ejemplo Puente de los Fierros, que se asentó en la antigua Veguellina, y hay más casos, pero no son objeto de estas líneas).
Quedamos que la sidra también es bebida obligada en las fiestas. Deja uno testimonio de ello con una caja de sidra frente a la ermita de Las Nieves en las estribaciones del Pajares. Uno es cofrade (confrade dice la madre de uno, con lógica etimológica aplastante) de Las Nieves, que tiene una historia entrañable y triste. Conserva uno sus estatutos decimonónicos, pero esto es harina de otro costal. Si se acerca la imagen, arriba se ve pasar un tren embocando precisamente el túnel de Las Nieves. También frecuenta uno la fiesta de Sant’Antón en Lugo de Llanera, donde aparece escanciando bajo la carpa.
Algún parecido con el consumo en las fiestas lo tiene la espicha en los llagares. Estuvo uno en unos cuantos (Cortina, Juanín, Tiñana, Quintana,...) con la familia o con alguno de los colectivos que mencionará más tarde, pero no se incluyen fotos por no repetirse.
Por si quedara alguna duda de la afición (moderada) a la sidra, cuando uno cumplió sesenta años, en la fiesta que le organizó la hija, colgó unos recuerdos que lo atestiguan: varias fotos alrededor de la sidra, fotos emblemáticas y frases que, por lo visto, uno suelta.
La sidra da lugar a curiosidades, como esa foto en la que aparece uno asomando la cabeza enfundado en un traje tradicional, o esa otra con una lechera-escanciador que encontró en un chigre costero después de una caminata con la santa.
Uno toma sidra en familia. El padre de uno, pese a ser de Cazurrandia, llegó a envasar sidra y le tiene salido bien muchas veces. A última hora, su salud le hizo perder tino, pero uno la tomaba con fe y le decía que estaba buena, pero él no se fiaba, así que preguntaba a la legítima de uno: “Dímelo tú, hija, ¿cómo está?”. Ella torcía un poco la boca y él entendía. Pues con la legítima aparece uno tomando una sidra (o dos) después de una caminata, como muestra el bocadillo envuelto en papel de aluminio.
Con parte de la familia paterna celebra uno los encuentros, sidra mediante, si la feliz coincidencia ocurre en Asturias. Ahí está Simo por ejemplo (Simón era el abuelo de uno, muerto en el accidente de Torre del Bierzo, y ese nombre justifica que dos descendientes se llamen así) con la bufanda de la Cultural y la hija de uno con la del Oviedo. En su inclinación futbolera pesó más el abuelo materno que el paterno. ¡Qué le vamos a hacer!
Con los amigos y compañeros que uno frecuentó a lo largo de su vida son inevitables las charlas alrededor de una sidra, lo mismo que como colofón de actividades en las que uno participó o participa. Sirvan como muestra encuentros con compañeros de la promoción ferroviaria (en la calle Gascona y en el Marcelino, que, por cierto, tiene los mejores escanciadores de la capital, porque tienen puntería y echan la sidra en el mismo borde del vaso), del Seminario (ahí está Masimín Pazos en Casa María en Felgueras) compañeros de Renfe comiendo un cordero en La Barraca en Pola de Lena (nunca comió uno un cordero mejor, en su punto, caliente, hasta la ensalada de lechuga estaba buena, lástima que cerrara por jubilación; un recuerdo para los compañeros de la foto fallecidos), amigos de León (ahí está un Manolo Manteiga jovencísimo intentando un culín con bastante buen estilo en Naveo). De compañeros de Renfe está la foto con Emilio en El Valle. Si uno se fija aparece un reposalibros de Sherlock Holmes: cuando uno se jubiló, Emilio le hizo entrega de esa figura como reconocimiento (o crítica, a saber) de lo a fondo que uno investigaba los casos que le competían. Del paso por el coro Reconquista queda cono muestra la foto de Ángel, el director, espitando un culín en alguna fiesta de fin de curso: otra forma de servir la sidra.
También se bebe sidra en algún evento de la lenense Asociación Vindonnus, por ejemplo, en San Feliz.
En una foto anterior salió uno charlando con otro cliente chigrero. Es lo que se debe hacer en la barra: platicar. Pero no siempre se cumple. A veces se enfrasca uno mirando el móvil: sirva una foto como penitencia, pecado cometido en la calle Gascona.
Además de la sidra natural hay otras como la achampanada. Como muestra, una en la casa materna, donde se ve de testigo a Enrique el de La Romía, uno de los hombres más tranquilos del planeta.
Amplio abanico de sidras despliega el llagar Trabanco, que uno y la legítima conocieron por regalo-invitación de la hija. También hay foto.

No se olvida uno de la sidra sin alcohol, que toma a veces aunque no está tan lograda como su prima, la cerveza sin alcohol, quizá porque el bajo consumo no favorece el progreso técnico imprescindible para la mejora del experimento. Que uno sepa, la hay por ejemplo en el Muñiz y en el Ferroviario, en Oviedo. Cuando toma uno sidra sin alcohol es posible que tenga que dar explicaciones a los bebedores convencionales, propensos a comentar que la sidra sin alcohol es una... No reproduce uno el término para evitar la segura reprobación de Irene Montero o Ione Belarra.
¿En dónde termina la sidra? En el urinario. Los urinarios sidreros tienen su tipismo. En un bar ya citado aquí, se rotula como “Mexaderu” (En Lena sería 'Mexaíru', no en vano el nieto de uno llama malitiru al maletero). Otros más genéricos, como el de ‘La Plaza’, que también uno frecuenta, los rotula como se ve en la foto: Sidreros, Sidreras.
Vamos al futuro, aunque ya es presente. La hija salió también sidrera. Ahí aparece escanciando sendos culinos (para los León, culines) en Naveo





























y en la cuesta del Cholo en Gijón. E ilustrando, con agua, a su retoño: para algo la sidra es patrimonio de la Humanidad. Por cierto, cuelga uno aquí un podcast de la hija, invitada como forofa sidrera a un coloquio con Juan Stové, director del Museo de la Sidra de Nava, y con David Castañón, influencer sidrero. Merece la pena escuchar los dos primeros minutos de la presentación, por lo menos. https://open.spotify.com/episode/3VtgI31UXsoWW4gpN6aGVD...



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