https://www.google.es/maps/@43.3719976,-5.84667,51m/data=!3m1!1e3
Esta mañana cuando saliste a caminar, pasaste delante de una mujer entre joven y adulta que estaba sentada en un banco con la cabeza todavía más hundida que el chico de la foto, sin prestar atención al bolso negro con remaches plateados que dejó a su lado. Seguramente era una persona necesitada de ayuda, pero pasaste de largo. Podías haberle preguntado si necesitaba algo, pero en décimas de segundo te respondiste que te diría que nada sin cambiar la postura o acaso con la mirada ida. También podías haber llamado a un teléfono de asistencia, pero supusiste que te dirían que ya estaban informados.
Hora y pico más tarde volviste a pasar delante de ella. Había levantado un poco la cabeza, pero seguía hundida en los hombros. Fumaba un cigarrillo y te pareció ver unos ojos enrojecidos.
Tampoco pensaste que se tratase de una suicida en potencia, simplemente alguien que había pasado una noche en vela, mejor no pensar en una mujer maltratada.
Estos días se celebra en Oviedo un simposio internacional sobre suicidio, por lo que la prensa dedica espacios al asunto. En ese contexto un psicólogo del Teléfono de la Esperanza dio una charla, como mínimo original, para persuadir a un espectador de que no se quitara la vida.
http://www.lne.es/oviedo/2016/09/10/lopez-convencere-suicides/1981677.html
Gran ejercicio de retórica. Lástima no poder incluir el enlace de una reciente columna de Juan José Millás titulada Asignaturas fundamentales (reservada a suscriptores) del que entresacas alguna frase "Hay algo profundamente oscuro en el fondo del alma humana. Algo cuya negrura no se parece a ninguna otra. La luz con la que se accede a esa estancia horrible es la que proporcionan las palabras ordenadas de acuerdo con una gramática consensuada. El desorden gramatical añade confusión a las tinieblas. De ahí que la retórica fuera una asignatura fundamental entre los antiguos".
Seguramente Millás no estaba pensando en la retórica aplicada a la prevención del suicidio pero a veces confluyen fotos, columnas y noticias.
2016/09/12
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2 comentarios:
Podemos sumergirnos en las dialécticas del suicidio. Siempre condenado por el poder. Somos tan poco dueños de nuestro destino, que hasta se nos prohíbe la idea de quitarnos la vida. La vida pertenece a las autoridades, que pueden permitirse el lujo de ejecutar beligerantemente a quien quiera. Como individuo formas parte de un engranaje para producir y para consumir. Si rompes la cadena desequilibras el sistema. El número de suicidios en España duplica al de los muertos por accidentes de tráfico. Algunos deciden perder la vida dándose un topetazo contra un tren y dejándose arrollar por sus ruedas. Es algo desagradable para todos los viajeros de ese tren, para los servicios sanitarios, para el juez de guardia.
El suicidio es un supremo acto de libertad y antes que verte viejo, inválido, dependiente, a la suerte de tus cuidadores, que te pueden tratar a patadas en una residencia de viejos, es preferible un acto de valentía y romper la cadena, dejar de ser una carga para los demás y motivo de lucro para las residencias. Si es porque alguien te hace la vida imposible, sea el que sea, ten el valor necesario para eliminar antes a ese opresor y luego no esperes que llegue la justicia para agradecértelo, ejecútate antes que el sistema decida por ti. Si es el cónyuge quien te humilla, no esperes que te quite la vida, si son los representantes del sistema los que te desahucian, no te suicides antes de haber eliminado trabas, de todos modos tu muerte en solitario nadie te la va a agradecer, vas a dejar una familia marcada, sin pensión, sin seguro... por lo menos ten una heroicidad: elimina a los tiranos, elimina a los corruptos elimina a los que te han llevado a esta situación, que ya otros matan en la guerra con todos los honores, ya otros te quitan la vida miserablemente con toda la legalidad. Esto es subversión. Pero los que queden lo agradecerán. Hay ciertos animales que cuando hay exceso de población, se suicidan sistemáticamente para que los demás puedan repartirse mejor los recursos. No merece la pena vivir con trastornos mentales, con manías depresivas. Te amargas la vida y se la amargas a los demás. Ten valor. Una cosa rapidita. Y que cunda el ejemplo.
Cuando un terrorista decide suicidar a unas 20 personas sin el consentimiento de los ejecutados, no pasa lo mismo que cuando uno intenta suicidarse y no consuma el acto. El ejecutor es un héroe con reconocimiento en cada pueblo donde ha ejecutado. Y hasta puede llegar a alto cargo público. Y hasta El suicida fracasado y su familia quedan estigmatizados. Así somos por aquí
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