Desde hace un tiempo alternas La Muñeka con otra cafetería más o menos al cincuenta por ciento. Hace unos días desde la barra os prometieron un bollín pero el tiempo pasaba, el café estaba consumido, la cuenta saldada, la camarera había desaparecido y no era cuestión de esperar un plazo indefinido por algo que a lo mejor habías entendido mal. Ya os habríais alejado cincuenta metros cuando oís los gritos de la camarera:
-¡Esperar, el bollín!.
Hasta allí llegó corriendo la camarera con sendos bollinos recién horneados envueltos en las respectivas servilletas de papel.
Desde entonces La Muñeka se hizo acreedora, como poco, a un setenta y cinco por ciento de fidelidad.
2 comentarios:
Si es que no hay cosa mejor que una camarera guapa y joven que te lleve unos bollinos calentinos. Quién los pillara!
Comparto al 100% tu teoría del café de media mañana. Mis compañeros (del café) y yo tampoco somos fieles y, de vez en cuando, probamos nuevos sitios. Lo que valoramos: rapidez de atención, amabilidad, tamaño del pincho, precio de café/té + pincho, olor a fritanga del sitio,... Si uno de los atributos tiene una valoración positiva muy elevada, estamos dispuestos a "perdonar" que alguno de los otros atributos sea un poco negativo.
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