ECHANDO LA CULPA, CON RETRASO, AL EFECTO CORIOLIS

Hace tiempo que te mosquea que cada dos por tres se afloje el tapón del lavabo. Para resolver el caso no hay que tumbarse debajo con riesgo de tortícolis, ni echar mano de esas herramientas que uno siempre teme ante el riesgo, a veces consumado, de que la situación empeore y haya que acudir definitivamente al profesional. Solo hay que tirar de él, enroscar o desenroscas la tuerca -depende- y asunto resuelto por unos días. No obstante te tenía intrigado...hasta que hace unos días intuiste la explicación, que no la solución, cuando tomando pulpo con una jarra de Ribeiro te encontraste con un amigo que te había hablado hace ya un tiempo, cuando cantabas en el coro, del  efecto Coriolis.

El Efecto Coriolis es el que explica que cuando abres un grifo el agua gire en la taza del lavabo en un sentido diferente en el hemisferio norte de en el hemisferio sur. Ahí se encendió tu bombilla: al caer el agua camino del desagüe gira siempre en el sentido de aflojar la tuerca y hace necesaria la intervención humana de reposición al punto original.

Este amigo te contó en su día que por el efecto Coriolis se producía un desgaste en las ruedas de los trenes que habitualmente realizaban un trayecto Norte-Sur o Sur-Norte y no si la circulación habitual era Este-Oeste u Oeste-Este. Por ahí encontraste la explicación de que los trenes de Cercanías, que habitualmente circulan de Puente de los Fierros a Gijón o de El Entrego a San Juan de Nieva (a grandes rasgos de Norte a Sur) cada equis meses se les fuerce un movimiento de inversión en un triángulo (esto para otro día) para que el desgaste sea homogéneo a lo largo de los meses. Cuando te interesaste por la explicación ferroviaria de por qué se programaba ese giro, te dijeron que porque así se hizo siempre.

Pues vale.