Como no caes en la cuenta de si algún amigo o hijo de amigo
está en una u otra situación, te puedes permitir el lujo de opinar con libertad en
materia de preferencias computables para aspirar a puestos en la sanidad pública
asturiana independientemente de si coincides en este caso con un partido o un
sindicato de tu inclinación.
En esta materia lo tienes bastante claro y el criterio sirve
para la sanidad y para cualquier otra actividad, por muy sensible que pueda
resultar todo lo relacionado con la salud.
Ningún sindicato sale en defensa de los profesionales de formación recién terminada, al no
estar todavía afiliados; solamente algún político que vela por la transparencia y por la
limpieza al cubrir las plazas públicas. Alguno habrá.
No encuentras ninguna justificación en que para participar
en un concurso de traslados haya que acreditar adecuación al puesto futuro. La presión no sería tanta si se cubrieran las plazas con regularidad. Hay
mecanismos y si no se utilizan es por flaqueza: si el nuevo ocupante no supera
el período de prueba, se le remueve sin miramientos. Perpetuar a alguien en el
puesto que un día ocupó interinamente es
una corruptela demasiado extendida.
Para traslados basta la mera antigüedad; para ascensos, la
formación u otros méritos sí que se deben considerar pero sin ninguna
preferencia al residente en la zona. Si el hombre tiene que mover la casa
porque no alcanzó puntuación suficiente, tendrá que moverla.
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