Por caminos desfondados, bajo
una última llovizna que bruñía los hules negros y se colaba en vueltas del
viento hasta el asiento trasero, después de empapar las ropas de Esteban y de
Ogé, subidos al pescante, rodaba el coche, crujiendo, saltando, renqueando; tan
inclinado, a veces, que parecía volcarse; tan metido en el agua de un vado, que
le salpicaba los faroles; tan enlodado siempre que sólo se libraba del barro
rojo de los campos de caña, para recibir el barro gris de las tierras pobres,
donde se alzaban cruces de cementerios –ante los cuales se persignaba Remigio,
que venía detrás, montado en una de las bestias de la remonta.
Pasar de El siglo de las luces de Alejo Carpentier a los cuentos que te
toca leer como jurado del concurso literario entraña su dificultad. Cuando aparecen
faltas flagrantes de ortografía o abundancia de puntuaciones erráticas o
repartidas al azar, lo agradeces porque te facilita la decisión del pulgar
señalando al suelo. El criterio objetivo es suficiente para inclinar la balanza
hacia el fas o hacia el nefas.
Decir que la historia es floja, desigual, un dramón, incoherente,
amazacotada, simplemente correcta, sin interés, reiterativa, pasable, liosa,
aburrida o insustancial requiere argumentar sobre gustos, y eso que dicen que sobre
gustos no hay nada escrito.
4 comentarios:
Se habla según se vive y se escribe de una manera más reflexiva. Hay vidas flojas, incoherentes, liosas, hay vidas absurdas, hay vidas tóxicas, hay vidas que son una mala influencia... Escribir es un oficio, como el de carpintero, hay que conocer la técnica y eso no basta para hacer un buen trabajo. Hay trabajos de marroquinería que son chapuzas pero hay quien los compra. Estos concursos tienen un premio, el dinero bien merece presentarse aún sin técnica ni estilo literario. Y se resultan ser más esnobistas que originales.
La historia si no emociona, no interesa.
No es lo mismo leer una prosa ágil, como la de Alejo, que la obra de un aprendiz de vividor. Hay una necesidad de ir soltando lo que se lleva dentro, si no es por escrito, es con rebuznos y con coces. Hay quien lleva dentro rencor, rabia, envidia, frustración y no se libera escribiendo siquiera. No hace falta que escriba, ya se le distingue desde lejos. Porque hay gente que molesta con su sola presencia, porque son groseros, altivos, consentidos, estúpidos, engreídos, caprichosos, soberbios, maleducados... porque padecen una gran inadaptación para estar en sociedad, porque se creen más que el resto de los mortales que no les reconocen lo mucho que valen. Si te cansa la lectura, dejas de leer, cerrar los oídos a los exabruptos es más difícil. No se le puede ignorar. Tú eres muy suave ¿conoces alguna de estas obras de arte vivientes? Hay muchos premios que leer, que son obras que han pasado ya una criba. Los temas de los concursos literarios deberían ser muy bien elegidos ad hoc, como lo son en un concurso para un edificio público, por ejemplo, porque algún escritor profesional de la escritura, puede sacar de su carpeta unas resmillas escritas y presentarlas (puede ser más contemporáneo y sacarlo de la memoria de un ordenador) y si tiene suerte, ya ha ganado el mes. Y el premio en vez de en metálico, que sea que se le edite su obra con un determinado número de ejemplares. Así seguro que los caza-premios no se presentan. Otros se sentirán muy bien pagados. Los que disfrutan escribiendo.
Tengo un amigo que despotrica sobre los planes de LOECE, 1980;
LODE,1985; LOGSE,1990 y LOPECED,1995, LOMCE,2014, porque dice que los jóvenes cada vez se expresan peor. Quien domina el lenguaje domina la situación, domina a su adversario sin violencia, domina voluntades con persuasión, domina recelos con seducción, entra en la mente y el corazón de las personas que le escuchan, con suavidad. Los charlatanes, los embaucadores siempre han tenido mala fama precisamente por la fuerza sutil de sus palabras. Las palabras producen un efecto similar al de la flauta de Hamelin. Los que no dominan el lenguaje tienen que recurrir a la fuerza contundente, al chantaje efectivo, al engaño maquiavélico, al soborno.
No hace falta dedicarse a la literatura para saberse expresar: una solicitud, una reclamación, una invitación, un agradecimiento, una felicitación, más o menos formal, por un logro... reflejan toda la personalidad. Las reclamaciones que no van a través de un profesional, suelen ir cargadas de emotividad más que de racionalidad. Y no son tanto las faltas de ortografía, como la estructura de la sintaxis en la expresión de los pensamientos: no hay palabras precisas si no se tienen las ideas claras.
Hay determinadas profesiones que son de comunicación interpersonal, más que de transmisión de conocimiento: un médico debe hacerse entender con el paciente analfabeto, escéptico, reticente. Si el mecánico que nos arregla el coche tartamudea en su lenguaje, desconfiamos de la eficacia de su trabajo. Un comercial debe convencer y disipar reservas del interlocutor, debe cambiar el estado de ánimo del cliente, su oposición voluntaria a dejarse engañar. Uno que esté leyendo reclamaciones diariamente podría escribir un libro con todas las apreciaciones que hace a través de la propia protesta. Puede que las respuestas sean estereotipadas, pero es un trabajo de persona altamente sensible. A veces se produce una inadecuación entre las aptitudes personales y la labor a desempeñar: hay quien tiene habilidades para trepar vendiendo humo, hay quien sabe rodearse de la gente que le puede promocionar y ésto tiene un mérito admirable. Y luego se rodea de unos cuantos que trabajen para él y le bailen el agua. ¿Igualdad de oportunidades? Tan importante es la fuerza del lenguaje que hay empresas que incluso crean sus propios departamentos de comunicación interna, externa y de publicidad. ¿Adecuación de las habilidades al puesto de trabajo? Hay empresas que se abren un puesto en los mercados internacionales ¿Preparación para una promoción por méritos? La comunicación en la empresa no es menos importante que en un concurso literario ¿Pérdida de clientes? Si los escritos no respetan las leyes de la inteligibilidad en la construcción de las oraciones, no se puede esperar rentabilidad laboral ¿Deflación? Hay empresas y empresas, unas con beneficios y otras públicas, con subvención. Las empresas que no tienen beneficios, ni subvención, dejan de ser empresas, porque cierran.
Lo vas a hacer muy bien como jurado una vez más...
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