Estaba la mujer árabe en la playa disfrutando a su manera del baño y de la compañía de los suyos. Dicen algunas defensoras de las costumbres de su raza ¿o de su religión? que vestirse de esa forma, dejando a la luz mínimamente la cara, las manos y algo de los pies no es prueba de sometimiento al varón ni temor religioso sino una reafirmación de su identidad cultural.
Nadie la molestó, podrías decir que hasta pasó desapercibida. Las parejas que se querían siguieron queriéndose cerquita y cercanos. Quien leía, no apartó el libro que tuviera en las manos ni interrumpió la conversación, el paseo o el chapuzón.
Unos días antes observaste allí mismo a una matriarca gitana ataviada también al modo de su estirpe, mientras los churrumbeles correteaban entre la arena. Tampoco te percataste del yugo, de hecho se movía con soltura pese a los refajos.
Son dos ejemplos de pueblos que respetan a la mujer.
Hace unos meses, estuviste en la escuela interna de formación de la capital del reino para recibir la primicia sobre el coche silencioso, el Pay Pal y otras novedades implantadas al poco tiempo, que ya se conocían por la prensa. Lo que no viste publicado en ningún sitio fue determinada rotulación de un WC y no te resististe sin comprobar de qué se trataba. Como pasan periódicamente por tal escuela los árabes que se están formando para el tren de la Alta Velocidad de La Meca, hubo que adaptar servicios higiénicos a sus costumbres.
Ellos no tienen por qué hacer lo propio con nosotros porque sus creencias son las verdaderas y eso no se discute.
1 comentario:
Estimado señor: Noto en su escrito un cierto tono de ironía.
La hegemonía del pueblo español se ha consolidado a lo largo de los siglos, con todas las invasiones que ha ido soportando. No se si se puede encontrar raza pura en algún español, sin una gota de sangre árabe. No se si esos del norte, con Pelayo, guardan el crisol de la raza como el santo grial ¿de qué raza? Los musulmanes siempre han mostrado sus preferencias por esta tierra y han dejado en el sur y en el este, muchas costumbres y grandes obras, que ni con los reyes católicos se erradicaron. Llevamos en nuestros cromosomas los genes de los pueblos invasores.
Ahora bien, estoy totalmente de acuerdo con el autor en que el que venga, que se adapte a las costumbres del pueblo hegemónico (fueras donde fueres, haced lo que vieres) y no se subyugue (la gente del pueblo español) a las costumbres de los distintos grupos de turistas que vienen a disfrutar de nuestra tierra -no de nuestras costumbres-
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