Hace unas semanas se supo que unos cuantos bares de la zona de los vinos de Oviedo, pero también de otros barrios, quedaban sin luz por haberles cortado la corriente la compañía suministradora. Con alivio observaste que aunque habías entrado ocasionalmente en alguno de los afectados, con ninguno te sentías especialmente identificado.
Tomando una botella de sidra y un pincho de picadillo hace unos sábados, lo comentaste con un amigo corista e hidroeléctrico que pasaba por allí. Confirmó tus sospechas: son poco creíbles las versiones sobre legítimas instalaciones que se llevan a cabo para montar acumuladores o equipamientos de bajo consumo, más bien demuestran mucha habilidad y pocos escrúpulos al puentear los contadores metiendo el mico a la comunidad de propietarios (pecado mortal) o a empresa de electricidad (pecado venial como máximo por aquello de los mil años de perdón de quien roba al ladrón). Seguramente se considera más pecaminoso la adulteración de la libre competencia que esa trampa implica.
Especialmente significativo, por expresarlo con neutralidad, fue descubrir que uno de aquellos era el promotor máximo de la moderna ruta ovetense de los vinos, empresario emblemático y brillante por otra parte.
Pues bien, este domingo hubo que cambiar el habitual punto de cita de tu pueblo de adopción porque el bar estaba clausurado. Quieres creer la versión oficial: que los instaladores del establecimiento anterior, antes del traspaso, dejaron una chapuza para la posteridad.
Tu pecado, la distinta vara de medir.
2014/02/09
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1 comentario:
Hay habilidades en los recursos de un letrado que hace dudar de la realidad más evidente. La concatenación de dos post, relacionados casualmente y haciendo alusiones veladas a las distintas varas de medir, es para mí, toda una muestra de talento y rebeldía.
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