Casi se te indigesta el pincho de picadillo que, con la correspondiente botella de sidra, estabas tomando plácidamente en El Fontán. La culpa, un recorte de prensa con una noticia de la enésima reunión de la tertulia L’Alderique para dar la parpayuela. No sabes qué aportan a la sociedad asturiana estos ilustres personajes que, bajo tan simpático y sonoro nombre, se reúnen periódicamente para comer y parlar.
No puedes decir que traicionen su denominación de origen. Aldericar es contestar refunfuñando, entre dientes/Argüir, alegar algo refunfuñando, a lo que los que escuchan no conceden importancia/Decir cosas inoportunas, que no vienen a cuento.
El día anterior sacabas del buzón la convocatoria para una próxima reunión de la comunidad. Al abrir el sobre miraste el saldo de deudores y allí aparece tu aldericador favorito encabezando el ránking con unos números rojos de 671,48 euros, el que no pierde cita de L’Alderique, tan atento a la foto y a ditirambos vacíos como a aquilatar los pagos para evitar demandas abusando de la ley y de sus convecinos desde hace más de veinte años.
Hablaron de justicia ¿no es para mear y no echar gota?
4 comentarios:
Dinos quien de la foto es para ponerle cara, y no inculpar al resto
Yo aprendí con este post una palabra. A ver si otros aprenden otra lección.
Una cosa es predicar y otra trigo dar.
Si fuera uno solo, pues bien se merecia la picota, pero con tantos como hay , para qué.
y encima baja la basura de extranjis!
Publicar un comentario