La infanta no apeó la sonrisa desde que se apeó del coche en el que viajó junto a su abogado Roca Junyent, para este caso solamente Roca. Ahí ganó el primer tanto por contraposición al paseíllo envarado de su querido Urdangarín cuando, meses atrás, descendió serio por la rampa y efectuó un brusco giro para realizar unas declaraciones provisadas a la prensa.
Ni una foto se habrá conseguido de la infanta en la que no aparezca sonriendo ni a la entrada ni a la salida. No constará esa sonrisa en el papel timbrado, pero alguna influencia tendrá incluso entre los intérpretes de la ley. No es lo mismo entrar triste y salir triste, que entrar alegre y salir alegre, que entrar triste y salir alegre o entrar alegre y salir triste. El juez estaría próximo a ocupar su sitio y no habrá visto en directo su sonrisa, pero sí y repetidamente en diferido. Para él sonreía la infanta, y también para el electorado, que no tardará en votar, aun no monarquía o república, pero sí programas que aspiren a la república aunque ninguno airee excesivamente su monarquismo, artículo en declive.
Bien dijo Roca que la infanta había contado su verdad, que es a lo que iba. La sonrisa, en apoyo de su verdad
1 comentario:
Puede ser a lo Pantoja: "dientes dientes que es lo que les jode"
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