Una de las alternativas que se barajan para unir los barrios de Oviedo actualmente separados por la autopista es la construcción de una losa. Al hilo de esa hipótesis, y por si el modelo fuera trasplantable, lees la entrevista al ingeniero autor del proyecto que cubrió con una losa la estación de Renfe, que ya no es de Renfe, sino de Adif, pero tampoco el Norte es el Norte, ni el Vasco el Vasco, ni el Carreño el Carreño, y quién sabe cuánta vida le quedará al FEVE o a la FEVE, que de todo se oye, después de su extinción jurídica.
Si en los medios y también entre los ciudadanos no se oyen más que parabienes, ¡cómo no se va a emponderar el autor del proyecto!
Se quiere obviar que la losa es una pesada losa, y que si reluce por arriba, está llena de gusanos por debajo.
Se quieren ignorar las curiosas características de la subterránea estación:
- Al ser subterránea, los viajeros que esperan en los andenes padecen las inevitables corrientes de aire por el efecto túnel.
- El coste de la permanente iluminación lo tienen que asumir las empresas ferroviarias.
- Las goteras pueden sufrirse en cualquier momento del año, pero los días de lluvia los chorros de agua son escandalosos. Alguien pondrá tardíamente el grito en el cielo cuando pase el plazo legal de la garantía. Hasta entonces, chitón.
- A través de la estación hubo que habilitar posteriormente y costear un pasillo para unir los barrios de Ciudad Naranco y la calle Uría, pasillo que impuso limitaciones a la explotación ferroviaria.
- En ultimísimo lugar, el personal de la casa, que hasta entonces había trabajado con luz natural, pasó a la penumbra, pero como en la canción ¿a quién le importa? Que den gracias por mantener el puesto de trabajo.
La erección de la losa acabó de la forma estadísticamente previsible: alguien quedó jodido. (Y disculpen Vds. el final).
1 comentario:
Qué jodío humor tienes hoy. La estación de cercanías de Atocha tiene una pesada losa encima, pero con agujeritos, para que le entre la luz. No porque una pueda disponer de dinero dispone de talento. Y como se hace con dinero público, dinero que no es de nadie, nadie tiene c. de pedir responsabilidades. Pero los políticos son así. Y el técnico es un asalariado, aunque sea autónomo. El político es como un empresario, aunque no tenga empresa ni nada que perder y todo que ganar, en su carrera política.
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