Lees en la prensa y en el lateral de este blog un artículo del notario Ángel Aznárez, pero en este caso no te fijas en el texto sino en la foto que lo ilustra, un grupo de seguidores de Ignacio de la Concha, Catedrático de Historia del Derecho que, por lo que se cuenta (no precisamente en esa colaboración), seguía un sistema didáctico y de calificaciones errático y anárquico, él que nada tenía de disoluto. Entre sus alumnos aventajados distingues a Carlos Prieto, profesor de Historia del Derecho del que conservas muy grato recuerdo.
Carlos Prieto era (esperas que siga siendo) un hombre encantador, educado, paciente y, como mérito adicional, viajaba en tren entre Oviedo y Gijón. Un día mostró una gran de sorpresa al verte dar la salida de su tren en Lugo de Llanera y unas horas después en la segunda o la tercera fila del aula.
Para sus clases se ajustaba fielmente al Font Ríus, un libro de texto con tan pocas pretensiones que el nombre del autor no figuraba ni en la portada ni en ninguna otra página del manual. Años después volverías a releer el libro, ya no por la necesidad de recordar las Leyes de Toro, ni el Ordenamiento de Alcalá, ni el Fuero Juzgo, sino por el placer de entender la evolución de la historia del derecho español y, de paso, la historia.
Si ibas a clase, las explicaciones mejoraban el texto, pero si faltabas tampoco pasaba nada porque el manual era lo bastante bueno como para ser perfectamente autónomo y suficiente no solo para aprobar sino incluso para sacar nota. Las clases de Carlos Prieto, sin ser insustituibles, aportaban claridad.
Curioso que de maestros tales salgan discípulos cuales que, siendo contradictorios entre sí en método y talante, sean igualmente buenos.
El acierto no tiene un único camino.
3 comentarios:
De Angel Aznárez:
En relación al texto precedente del señor Albálá, deseo hacer dos afirmaciones:
a) Don Carlos Prieto,en la fotografía, está, no en la condición de alumno de Ignacio de la Concha, sino en la de Profesor Adjunto de Historia del Derecho, que ya lo era en aquel tiempo.
Ratifico integramente su comentario sobre don Carlos Prieto, una persona excepcional, honrándome con su amistad -su padre Don José Prieto Alvarez Buylla fue un notario-referencia de Gijón-.
b) Los denominados "itinerarios históricos" fueron una experiencia trascendental para mí, de un muy alto valor pedagógico para llegar a conocer de manera profunda España y su Derecho.
De lo demás, de don Ignacio, escribí: "personalidad compleja y a veces sorprendente".
Con mi respeto y consideración.
ANGEL AZNAREZ
La pena es que sólo se guarden buenos recuerdos de unos pocos profesores. Yo, de unos 50, puedo contar los buenos con los dedos de 1 mano (o de las 2, si me encuentro generosa). ¡Y, que conste, que era de las que iba a clase!
Siempre es agradable escuchar-leer el agradecimiento que un enseñado expresa de su profesor. Pasar por la tarima sin ser recordado por una enseñanza, por una disciplina, le hace parecer un ser inane. Un profesor toca conciencias, si no deja huella consciente, no ha logrado nada.
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