Una viaje canción interpretada por María Luisa Quero, La Pastorina, se titulaba así, pero esta entrada no trata de eso. Aquellos eran otros emigrantes.
Sobrevuela ahora un mensaje catastrofista en las redes sociales, en las conversaciones de los bares, en noticias de la prensa, hasta el punto de acabar calando en nuestras mentes, la idea de que en Asturias no hay nada que hacer, que los jóvenes tienen que marchar de aquí y buscarse la vida, en Madrid, en Barcelona o en el extranjero. Si tuvieron la suerte o el acierto de conseguir un trabajo en la capital, forman parte de esas oleadas que llegan en el ALSA los fines de semana para retornar a la capital las tardes y noches de los domingos.
Como en general no lees prensa de otras regiones, te quedas con la idea victimista de que la región asturiana está quedando a la cola del mundo, o como mínimo en la de España.
Sin embargo te detienes en una información de estos días que incluye unos datos sobre la emigración e inmigración asturiana durante el año 2011. Los números son para meditar porque a Madrid marcharon 1926 asturianos pero en sentido inverso llegaron 1440, es decir, por cada cuatro que partieron llegaron tres. No es una sangría. Si comparamos con Castilla y León marchan 1337 y llegan 1559: el saldo es otro. Con Galicia los datos son muy parejos: marchan 956 y llegan 1023, lo mismo ocurre con Cataluña, Canarias, la Comunidad Valenciana y Andalucía.
A falta de un desglose detallado por origen, edades, formación y motivos, esos que marcharon en 2011 pueden ser retornados a sus zonas de origen que probaron fortuna anteriormente en Asturias, y lo mismo puede ocurrir con los llegados últimamente a nuestra región, quizá emigrantes de períodos anteriores. Alguno habrá que retorne por haber encontrado un trabajo aquí.
También acaba uno creyendo el estereotipo de que se marchan los buenos, los ingenieros, los titulados, que se van porque no encuentran un trabajo cualificado. Sería pueril pensar que los cerca de dos mil que marcharon para Madrid pertenecían a ese colectivo y que los cerca de mil quinientos que llegaron eran mano de obra menos cualificada. Habrá de todo.
En fin, la gente se mueve, unos vienen y otros van, como ocurrió toda la vida, en busca de un empleo o detrás de un amor, que las razones del hombre no siempre encajan en las estadísticas al uso.
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