Al escoger un libro de filosofía, o de una rama de la
filosofía, puede uno utilizar varios criterios, básicamente dos: un libro
cualquiera a modo de introducción o uno con el que crees que vas a estar de
acuerdo o que puede servir para reafirmarte en algunas convicciones. Este fue
el caso, siendo Victoria Campos la autora.
Te encontraste con algún contratiempo: uno, que, pese a lo que pudiera parecer,
este libro de ética no incluye unas pastillas masticadas y directamente asimilables; dos, que algunas de las propuestas te parecen contingentes en el
sentido filosófico del término, es decir, no absolutas ni necesarias.
Precisamente ahí radica el problema de le ética, que si es demasiado abstracta no sirve como guía de actuación, y si concreta en exceso puede chocar con
otras éticas incluso de entornos no muy distantes.
Al final te quedan más dudas que certezas: la validez del
criterio de la razonabilidad como cercano a la justicia, siendo imposible, sin
embargo, ponerse de acuerdo en qué es lo razonable; la barrera infranqueable
entre los deberes morales y las decisiones soberanas de un pueblo o sus
representantes, por ejemplo cuando se
niegan a la acogida de refugiados; la fuerza aplastante de las razones
económicas por encima de las éticas; el relativismo de la declaración universal
de los derechos del hombre; la tolerancia ante la diversidad de opiniones como
criterio de acierto; el círculo vicioso de preguntarse por todo desde el
principio, de no dar por buena ninguna tesis, por siglos de antigüedad que
tenga.
Algunas de sus apuestas te parecen endebles y te da la
impresión de que teledirigen el planteamiento del problema para llegar a la
solución previamente decidida, por ejemplo, poniendo el acento en la vida
digna, y no en la vida a secas, con lo que encuentra la justificación para defender la eutanasia. No lo expresa así de claro, sin embargo.
Dedica también unos párrafos a justificar la retórica como
una de las ramas clásicas de la filosofía, ya que no en vano el arte del bien
argumentar es básico para convencer al más amplio auditorio posible. El
argumento, sin embargo, como el del párrafo anterior, te parece traído por los
pelos.
1 comentario:
LA FRAGILIDAD DE UNA ÉTICA LIBERAL. La ética liberal es frágil, en grado positivo? O es más frágil que una ética socialista, en grado comparativo? Es, sencillamente, frágil, la ética? En muchas profesiones en las que no hay ni una deontología profesional. Tienen ética los políticos, viendo los casos que saltan a la luz, de la gente un partido y de otro y de otro? Hay ética en la dictadura? Hay una ética que no sea acomodaticia? Qué ética enseñan hoy los padres a sus hijos? Para muchos abuelos, sus nietos no tienen ética y sus hijos maleducan a sus propios hijos. Estamos siendo manipulados para aceptar en ciertas personas en ciertos cargos, ciertos comportamientos como éticos, cuando en realidad son comportamientos delictivos que consideramos emulables.
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