En un libro discretito de Carmen Ruiz-Tilve lees un párrafo sobre los garbanzos que, exageraciones literarias aparte, algo te recuerda a los domingos de tu infancia. Seguramente no se comían garbanzos todos los domingos, quizá era un plato caro para la economía paterna. Así y todo, durante muchos años les tuviste manía . Tardarías años en cogerles la gracia y 'ponerlos en valor'.
De aquel tiempo conservas la costumbre de no comerlos solos sino mezclados, bien con la sopa delantera, bien con el repollo trasero o con la carne y el chorizo. Era una manera de tragar aquellos garbanzos tan molestos.
Te remuerde un poco la conciencia por el rechazo inicial
de aquel alimento que con tanto sacrificio se reservaba para los días señalados, pero lo hecho hecho está.
2016/05/16
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1 comentario:
Los denostados garbanzos y las repudiadas lentejas, que el quiere las come... y la economía de subsistencia. La olla podrida de la Regenta era todo un festín en aquellos días. Años de necesidad. Para gente de la ciudad tener gallina para un caldo era todo un lujo. Hoy, con muestra abundancia, no estamos mejor alimentados, los garbanzos se han cambiado por la pizza, por la hamburguesa con el refresco negro, por las salsas con nombre americano... y si no véase la obesidad mórbida generalizada por las comidas basura y por la falta de ejercicio. En el seno de los hogares se aprende a comer y si los padres no están en casa ni a la hora de comer, porque trabajan los dos y los chicos comen en el cole, la alimentación se resiente... porque no es todo tragar: hay que valorar lo que cuesta hacer un cocido, el tiempo y la atención que hay que dedicarle, hay que conversar mientras se come, hay que aprender los rituales, como en la eucaristía. Si fallan las comidas en familia es porque no hay tiempo para compartir ni con los hijos y se resiente toda la unidad familiar y aumentan los hijos solitarios y las relaciones virtuales y los juegos de internet y los caso de embarazos no deseados entre jóvenes...
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