La crónica divergencia entre preferencia de voto y valoración de los líderes no viene de ahora. Ya Julio Anguita y hasta el serio de Llamazares merecían una valoración personal que no se correspondía con los votos que recibían las formaciones que encabezaban.
O somos masoquistas o cínicos, más bien esto último, aunque se pueden aventurar otras hipótesis.
Seríamos masoquistas si votamos al líder antipático que nos merece la mínima credibilidad, pero a lo mejor confiamos en él para que dirija nuestros destinos. Seríamos cínicos (te apuntas a esta teoría) si nos gusta sentimentalmente una corriente de opinión pero la panza nos orienta hacia otra, normalmente un voto más conservador en lo económico por abreviar y simplificar una realidad más rica en matices.
Algo parecido ocurre con aquellas novias que uno habría pretendido en su vida para disfrutar de una alegre juventud, muy diferentes de las que uno prefiere para la rutinaria convivencia de la edad madura.
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1 comentario:
Somos imbéciles y tenemos lo que nos merecemos por no haberlo impedido antes
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