Tomando la mítica botella de sidra y el mítico pincho de
picadillo en El Fontán, lees una de esas noticias de puro relleno, pero que son
también míticas. La noticia está capada, pero con la fracción libre es
suficiente para hacerse una idea.
La primera vez que oíste hablar de los gamusinos estabas en
las prácticas militares de ferrocarriles en León. En aquella fase se trataba de
aprender a gestionar la circulación, aunque entonces no se hablara en esos términos
consultorescos. Bajo la supervisión del jefe de circulación podías coger el teléfono,
cursar o recibir algún telefonema, registrar la hora de paso de los trenes en
los libros al efecto, resumir las causas de los retrasos en términos que a
veces no entendías (por ejemplo, ‘restablecer itinerario o esperar diferímetro’).
Esas actuaciones había que realizarlas ajustando los tiempos y aprovechando para hacer las maniobras cuando no interfirieran el paso de los trenes.
En una ocasión, bajo las órdenes del superjefe
Borge, tú estarías con la caraja y no te diste cuenta de que había que activar
el movimiento de una máquina para que cambiara de vía. En estas oyes:
- ¿Qué hace ahí esa máquina, criando gamusinos?
Nunca más te olvidaste de los gamusinos aunque, hasta ahora,
no volviste a sentir curiosidad por descubrir qué eran.
Con el paso del tiempo y las vueltas de la vida, el gran
Borge se convirtió en pareja de tu madrina. Una suerte para ambos.
1 comentario:
Muy bien, aprovechando que el Bernesga pasa por Valladolid, nos cuentas, tangencialmente, tu vida. Y no nos cuentas nada de esos gamusinos! ¿A cuánto el kg? ¿Son mejores estos que los de León? En fin, cada uno desvía el cauce a su molino.
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